No le perdonan su apoyo a Zapatero: no le apoyarán en sus cuitas fiscales, no amnistiarán a Alfredo Sáenz -que lo haga ZP- y no les gusta que haya lanzado la operación Sacyr contra Repsol. Sólo Cospedal y Soraya apoyan el banquero cántabro. El PP prohibirá los blindajes bancarios cuando llegue al poder; al menos, eso dice ahora. Preparan una norma por la que las jubilaciones de los directivos de banca se homologarán con las de sus plantillas. Claro que eso descarta a FG como ministro de Economía

La operación Sacyr-Pemex, apoyada por Emilio Botín y destinada a hacerse con Repsol, ha sido la gota que ha colmado el vaso del cabreo profundo de Mariano Rajoy con el banquero cántabro. Ya hemos dicho que don Mariano se ha negado a recibir a Del Rivero, pero sí lo ha hecho con Repsol. En definitiva, el líder pepero no quiere heredar del ministro Sebastián, que apoya a Sacyr descaradamente, un nuevo caso Endesa, o la deslocalización de la segunda industria española.

Es más, todo el mundo que trabaja para labrar una buena imagen pública de Botín, asesores, consultores de comunicación, responsables mediáticos, etc, tratan de salvar la brecha del Santander con el líder gallego, pero éste no parece estar por la labor.

Fuentes próximas al líder del PP, comunican a Hispanidad que el plan del Partido Popular si gana las elecciones -ellos las dan por ganadas- consistirá en promulgar una normativa que, más que a los salarios de los banqueros, afectará a sus honorarios de salida: pensiones, seguros y blindajes, principalmente, lo que, además, afectará de forma indirecta a la retribución variable. La idea madre consiste en equiparar las condiciones de salida de los directivos bancarios con las del resto de la plantilla.

De hecho, a Rajoy sólo se le consigna una intervención, dos años atrás, en los emolumentos de salida de un banquero: la petición a su financiero más próximo, Francisco González. presidente del BBVA, de que renunciara a su blindaje de salida (no hablo de jubilación, que eso va aparte, sino de blindaje de salida). La respuesta de éste fue que lo haría cuando alcanzara los 80 millones de euros. Ya los ha alcanzado, aunque no está claro que la renuncia se haya ejecutado.

Volvamos al Santander. Rajoy ha dejado claro, por vía interpuesta, que el tratamiento privilegiado que Botín tenía cuando Rodrigo Rato era vicepresidente económico del Gobierno no se va a repetir con él en Moncloa. En lo que respecta a Botín, los planes de Rajoy van mucho más allá, dado que pasan por forzar la jubilación de don Emilio y dar paso al relevo. Por de pronto, no tiene la menor intención de indultar al consejero delegado Alfredo Sáenz. Si quieren, afirman en el PP, que lo haga Zapatero antes de marcharse, a lo Bill Clinton, quien indultó a su cuñado y al millonario español Mac Rich la noche antes de abandonar la Casa Blanca.

Rajoy no perdona a Botín su apoyo descarado al Ejecutivo socialista. Y lo que es más importante, no se repetirá el apoyo institucional a sus cuitas fiscales. No olvidemos que la audiencia investiga la regularización fiscal de la familia Botín. Donde hay regularización ha habido elusión. ¿Cuestión judicial? Hasta cierto punto, porque no olvidemos que, como ocurrió con las cesiones de crédito, en todo delito fiscal la parte demandante es el Estado, en vulgo, el Gobierno. En el caso de las cesiones de crédito, Botín contó, tanto con Aznar como con Zapatero, con todo el apoyo de la Abogacía del Estado y de la Fiscalía para salir indemne.

Eso sí, en el entretanto Botín no se está quieto. Además de estudiar la posibilidad de ser él quien encabece un movimiento a la francesa, solicitando que los ricos paguen más impuestos, va perfilando su sucesión y ha lanzado a todos sus contactos para camelar a Rajoy. Según esas mismas fuentes peperas, Botín cuenta con dos apoyos, o al menos con dos actitudes no hostiles en la derecha: la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, y la portavoz parlamentaria, Soraya Sáenz de Santamaría. Y con un tercer apoyo externo, no menos importante: Juan Luis Cebrián, siempre próximo a Cospedal. Y no olvidemos que Rajoy está empeñado en acercarse al troceado, pero todavía influyente, PRISA. ¿Y acaso no ha sido el Santander quien está salvando al antiguo imperio Polanco de la quiebra?

Eso sí, todas estas medidas antibancarias, golpean a Botín pero también a Francisco González, como decimos, el banquero más afín a Rajoy, que aún continúa aspirando a jubilarse del BBVA como vicepresidente económico de un Gobierno del Partido Popular. Y si no recibe esa prebenda, FG no se fusionará con Bankia ni dejará vía libre a Rodrigo Rato como presidente de BBVA-Bankia.

Lo que está claro es que el próximo curso bancario va a resultar tan apasionante como el político. Por lo menos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com