No hubo devolución del favor, Josep Antoni Durán Lleida, líder de la minoría catalana, votó "no" a la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. Terminaba así una sesión de investidura que presagia lo que va a ocurrir durante la legislatura. El PP tendrá que lidiar contra los nacionalistas, tanto catalanes y canarios, y contra los centralistas jacobinos de Rosa Díez, es decir contra UPyD.
De hecho, mientras Rajoy se ceñía a la crisis económica, los discursos de Durán Lleida y de Josu Erkoreka, portavoces de CIU y PNV, se centraron en Cataluña y Euskadi y lo mismo ocurrió con Coalición Canaria, otro "no" que llama la atención, por cuanto PP y CC han sido socios de Gobierno en Canarias.
Pero según fuentes peperas, lo que más ha dolido a Rajoy ha sido el "no" de Durán Lleida. Quizás porque Rajoy pensaba gobernar con ellos y también porque el Partido Popular apoyó el nombramiento y la acción de Gobierno de CIU en el parlamento catalán tras las últimas elecciones. Dicho de otra forma, el PP apostó por Artur Mas como presidente da Generalitat pero CIU no ha apostado por Rajoy como presidente del Gobierno de España.
El caso de Rosa Díez y sus diputados también ha resultado curioso: su "no" llega desde razones opuestas a las de CIU: el partido más centralista de la cámara también votó "no", entre otras cosas porque Rajoy no se apuntó a su propuesta de ilegalizar Amaiur.
El PNV y los proetarras de Amaiur, sin embargo, se conformaron con la abstención. Al final, Mariano Rajoy ha sido elegido con los votos de sus propios diputados más el apoyo del diputado de UPN y del Foro Asturias, de Álvarez Cascos.
Ideológicamente, apenas se han percibido diferencias entre los grandes grupos de la cámara en cuando a política económica, mientras se certifica que el voto católico, en un país donde más de siete millones de personas 'pierden una hora cada domingo' para ir a misa. Un divorcio entre convicciones y política, cuando menos curiosa.
Miriam Prat
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