Asegura Barack Obama que "la crisis europea asusta al mundo". Ahora bien, el intermediario bursátil Alessio Rastani confiesa que cada día se va a dormir soñando con otra recesión, porque su oficio es ganar dinero y él, como mero especulador, ni tan siquiera inversor constante, le importa un pepino que la bolsa baje o suba: lo que le importa es que la bolsa se mueva.

Él no gana con las ganancias ajenas sino con el ritmo histérico del mercado, con los vaivenes que traen de cabeza a compradores y vendedores, a la economía financiera y a la real.

¡Bien por Rastani! Me gusta la gente sincera. Además, con sus declaraciones ha puesto del revés toda la mentira de los bróker, sean fondos o bancos. Desde que se inventó el mercado secundario, un día después del nacimiento de cualquier bolsa, la economía financiera parasitiza a la economía real y la única materia prima básica es la liquidez y el que gana siempre es el intermediario, que ofrece sacrificios ante el altar bursátil todos los días, siempre con dinero de los demás que significa que los demás pueden perder o ganar, pero sólo él puede ganar.

Al mismo tiempo, al pobre presidente norteamericano, Barack Obama, le duele Europa. Y también es certero el juicio aunque la intención resulte bastante reprobable. Hombre, el presidente que ha empelado dinero público para reflotar bancos, fondos y aseguradoras privadas, presidente del país que ha provocado la crisis por su especulación compulsiva, debería estarse calladito.

Pero es cierto que el especulador no tendría víctimas que sacrificar si no se las proporciona el político, quien también le ofrece la leña para el sacrificio. Es decir, la deuda pública.

Obama no debería olvidar que, a pesar de ser Estados Unidos el primer fabricante mundial de dinero su agencia, perdón, una de las agencias de riesgo, se ha atrevido -por vergüenza torera- a revisar su calificación crediticia.

Pero lo más interesante es, sin duda, la sinceridad del amigo Rastani.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com