"No se debe de frenar el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, pero sin menoscabo de la integración regional ni de los acuerdos de libre comercio con la Unión Europea". De esta forma, el vicepresidente Primero y Ministro de Economía, Rodrigo Rato, reafirma el compromiso español con los acuerdos de integración regional hispanoamericanos. Claro que estas declaraciones las realizaba en la clausura de un seminario sobre las oportunidades de colaboración para las empresas españolas con la Corporación Andina de Fomento (CAF).
"CAF es el principal organismo financiero regional, canalizando el 60% de los proyectos de desarrollo, por encima de organismos multilaterales como el FMI, el Banco Mundial o el propio Banco Interamericano de Desarrollo, lo que demuestra que el regionalismo desempeña un papel más apropiado, anticíclico y catalizador de inversiones", apuntó el vicepresidente Económico.
Y por el mismo precio, Rato se permitió sugerir a Venezuela -sede del CAF- que afrontase políticas reformistas y ortodoxas. "El atractivo inversor está ligado a los contextos adecuados, los riesgos regulatorios y a la estabilidad". Do you understand, Mr. Chavez?
Estabilidad política y equilibrio presupuestario son las recetas recomendadas por el Gobierno español para que los procesos de integración hispanoamericanos sean un éxito. Además, Rato cree que la integración regional es un buen instrumento para fomentar el comercio entre regiones y "desensibilizar" a las economías hispanoamericanas de su estrecha dependencia de la coyuntura internacional. O dicho de otra forma: Si ustedes se integran, ganarán fuerza frente al gigante del norte. Más claro, agua.
Esta es la apuesta española, al tiempo que se reafirma la vocación transatlántica de nuestro país. Por una parte, se apoya al tío Sam, pero, por la puerta de atrás, se fomenta el Pacto Andino y el Mercosur en un intento de fomentar la interrelación política, de infraestructuras y comercial que permitan a las naciones hispanoamericanas competir en un régimen equilibrado. De momento, como afirma Rato, la demanda interna es demasiado débil y la dependencia de las materias primas, demasiado estrecha.
Y no sólo eso, sino que la inversión extranjera se ha visto recortada en un 25% en el 2003, debido a la volatilidad de los mercados. A pesar de ello, las estimaciones de la CEPAL apuntan a crecimientos del 3,5%, mientras que los tipos de interés han bajado, la inflación media de la zona se encuentra en el 8,5% y las primas de riesgo han descendido un 50%. Todo ello hace presagiar un 2004 con cierto optimismo. Aunque Rato recuerda que conviene hacer los deberes -sobre todo los políticos- para hacer frente a la competencia de países tan dinámicos como China y el este europeo.