He dejado pasar unos días, porque la catarata del melodrama del pasado martes 25 sobre violencia de género, me impedía otear el horizonte.

Además, sólo con escuchar el éxtasis de la portavoz parlamentaria del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, he necesitado varios días para reponerme. El PP se adelantó astutamente al PSOE para enarbolar la bandera contra la violencia de género, esa que ejecuta el sexo masculino contra el femenino y -contra el mediopensionista, al parecer-. Doña Soraya, visiblemente mencionada sólo quería ver, creo que antes de morir. El panel de votaciones del Congreso de los Diputados con la misma lucecita verde: los 350 diputados hermanados en la defensa de la mujer contra el pérfido maltratador. Fue muy emocionante.

La verdad es que doña Soraya no pudo ver cumplido su sueño no porque los machistas -varios cientos de miles- votaran en contra sino porque los diputados -incluso, Dios me perdone, las diputadas- son tan vagos/as que resulta imposible llenar el hemiciclo salvo el día de la toma de posesión, sin la cual es imposible cobrar el salario y las dietas.

Pero volvamos a la violencia de género. Creo que tras este 25 de noviembre ha quedado claro que la violencia de género constituye el peor tipo de terrorismo que asola el planeta. Aborto, suicidio, desesperación, guerras, hambrunas y enfermedades infecciosas no son nada comparadas con esta lacra social.

Al fondo, late una feroz realidad. Resulta que la mujer, especialmente la mujer feminista, ya no soporta su insoportable sumisión al varón maltratador en todo el mundo mundial. Inadmisible ciertamente, pero conste que esta vez he sido yo el primero en decirlo. Todo ello recuerda la frase feliz de Chesterton: 200.000 mujeres gritan: no queremos que nadie nos dicte. Y acto seguido van y se hacen dactilógrafas. Pero dejemos eso. La palabra clave, como creo haber dicho antes, es la de sumisión. Por contra la reacción, el machismo y cristianismo -y por fin hemos llegado a la meta- sabotean esta liberación.

Ahora bien, ¿qué es lo que dice el cristianismo sobre las relaciones entre ambos sexos? ¿Que la mujer debe estar sometida al varón o el varón a la mujer? ¿Ni la una al otro ni el otro a la una? Responde Juan Pablo II: sumisión recíproca. Hablamos de la pareja claro está, pero, al parecer, la receta es que la mujer sí debe estar sometida al varón y el varón a la mujer, en cumplimiento de la entrega mutua, que eso es matrimonio, o la pareja, si lo prefieren.

La sumisión recíproca no es más que la aceptación de la ley primigenia del amor a la sociedad actual.

Por contra la ideología de género lo que provoca es eso: un enfrentamiento entre géneros. Y esto no quedará así, esto se hincha.

Ya sé que el feminismo no puede aceptar la sumisión recíproca, pero eso sólo es porque el feminismo es una conquista de poder. Y claro, hablamos de otra cosa.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com