Todo buen cristiano sabe que en relación con su Padre Dios, no hay ni puede haber vacaciones.
En verano, como en cualquier otro tiempo del año, los mandamientos de la Ley de Dios siguen vigentes y que su amor debe manifestarse en obras. La eucaristía dominical es y debe ser siempre el centro de su vida cristiana, esté uno donde esté.
He aquí lo que escribe un comunicante amigo: Se está perdiendo la conciencia de nuestra condición de pecadores y es cierto. Nuestro párroco jamás habla del pecado.
Antes, cuando no se asistía a la misa dominical, era pecado grave y no se podía comulgar. De esto hoy no se dice nada y por lo mismo los niños de 1ª comunión, dejan de asistir a misa, dado que no han sido catequizados, según el Catecismo de la Iglesia católica.
Exacto diagnóstico de lo que pasa en no pocas partes y a muchos cristianos. Hoy como ayer y siempre, quien voluntariamente descuida la participación en la misa dominical, peca gravemente contra el tercer mandamiento de la Ley de Dios y el primero de la Santa Iglesia. Nada ha cambiado al respecto y lo que se debe predicar e insistir -entre otras motivaciones- es la obligación grave de lo establecido. Aunque estemos en verano y en vacaciones.
Miguel Rivilla San Martín