Hemos creado una infraestructura televisiva difícil de mantener y que el nuevo gobierno se verá obligado a ajustar.
Y es que mantener las televisiones públicas supuso durante 2010 una factura de 2.454 millones de euros que tuvimos que pagar los contribuyentes, a razón de 152 euros por cada hogar español, un 5,6% más que el año anterior. Descontadas las subvenciones, las pérdidas fueron de 536 millones.
Las cifras son tan elocuentes como escandalosas en una encrucijada económica muy grave, con cinco millones de parados y congelación de pensiones. Me parece urgente recortar drásticamente un gasto, a todas luces, excesivo en unos medios que si no son repetitivos y partidistas si lo son innecesarios.
JD Mez Madrid