Sí, nadie tiene por qué dudar de que, de vez en cuando, ocurran estas rarezas: un personaje se harta de un cargo público y amenaza con no aceptar su reelección en el cargo.
¿Razón? Está hasta el gorro de pasar por todos los aros que le coloca el Gobierno Zapatero, aros que, además, son reversibles: ora apoyar a los virtuales, ora a los operadores dominantes, autorizar la bajada de precios del ADSL o subirlo. La última: la pretendida tasa a la alta velocidad para financiar la supresión de anuncios en la TV pública a mayor gloria de los multimedia privados.
Claro que si le prometen más independencia a lo mejor cambia de opinión.