Si los rusos de Lukoil, en medio del tancredismo del Gobierno Zapatero, entran en Repsol no será para no mandar, aunque se les obligue a firmar los documentos de salvaguarda que se quiera y, por si fuera poco, tienen la jeta dura de exigirle al Gobierno español que apruebe la operación: ¿No quedamos en que el Gobierno no intervenía porque se trataba de una operación privada? La pregunta que delata el autoengaño del presidente de Repsol es la de siempre: Si se trata de un socio financiero, que sólo busca rentabilidad vía dividendo, ¿por qué no comprar un 30% en bolsa y se ahorran casi un 50% del dinero?
Pero no sólo el Gobierno es culpable. El director general de La Caixa, Juan María Nin, dejó asombrados a los oyentes de una conferencia impartida en Madrid (en la escuela privada IMD), el pasado miércoles 3. Para Nin está muy claro que La Caixa debe vender, a Lukoil, a Putin o a la mafia rusa. Quizás ha olvidado el activo director que ya no trabaja en banca, sino en una institución-empresa, como la definió el Tribunal Constitucional. Insisto, La Caixa no debe vender acciones de Repsol sino comprar más títulos.
Apenas apagado el eco de sus palabras, Vladimir Putin amenazaba de nuevo a Ucrania, y con ella a toda Europa, con cortar el suministro del gas por el norte. Y esto, 24 horas después de que, para no molestar al nuevo zar, la OTAN haya abandonado a su suerte a Ucrania y Georgia. La antigua Unión Soviética tenía misiles, la nueva Rusia tiene esos mismos misiles y, además, Gazprom y Lukoil. Y en breve, gracias al cainismo español y al apalancamiento de los últimos años, también tendrá una palanca en España, nada menos que la octava petrolera del mundo.
Digo apalancamiento porque el jueves se escenificaba uno de los rasgos más ilustrativos de la economía española actual: los rusos negociaban, no con Sacyr, titular de las acciones, ni con Repsol, sino con los bancos acreedores, a lo que Repsol -que es lo que se compra y lo que está en juego- le importa muy poco. Lo único que quieren es cobrar. Ellos son los verdaderos propietarios porque Sacyr adquirió el 20% de la petrolera, como tantos otros, cuando los bancos daban dinero para comprar empresas con el único aval de las acciones de esa misma empresa. Si Ben Laden ofreciera 30 euros por acción para solucionar el fallido a los bancos, el Santander y sus compañeros se lo venderían y convertirían el fallido vergonzante en una brillante operación financiera.
Es la manera más rápida de deshilvanar el tejido industrial español. Eso sí, el Santander no tendrá que provisionar. Eso, si los rusos no les engañan y juegan a lo que sospecha toda la comunidad financiera: comprar ellos, también a crédito, con el aval de sus reservas y de su propio balance, no auditado. De esta forma, pagarán las nuevas pólizas si logran salirse con la suya. Y si no, si te he visto no me acuerdo, que Moscú queda lejos, muy lejos, de Madrid.
Y lo cierto es que sí hay otras soluciones, por ejemplo, la que propone Antonio Brufau -la lleva proponiendo desde que los rusos aparecieron en el horizonte-, consistente en fusionar Repsol con Gas Natural y Unión Fenosa. Sería una forma de que ganaran algunos y perdierion otros, pero quien seguro ganaría es el conjunto de los españoles.
Eulogio López
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