Repsol comunicó este martes a través de una nota de prensa la venta a Petrobras la participación del 30% que posee en la Refinería Alberto Pasqualini (REFAP), situada en el estado brasileño de Río Grande do Sul. La operación convierte a Petrobras en accionista único de la refinería y permite a Repsol ingresar 350 millones de dólares al tiempo que reduce en 500 millones de dólares su deuda consolidada por la desinversión de su participación en REFAP. Además, Repsol liberará compromisos de inversión previstas en la refinería que ascendían a 355 millones de dólares.
La petrolera española anunció en su comunicado que con esta venta finaliza el proceso de desinversión de activos de Downstream no integrados de Repsol en Latinoamérica. Sin embargo, queda pendiente la venta de parte de YPF, que corresponde a la rama de Upstream. Por el momento, la familia Eskenazi cuenta con el 15% de YPF y está acordado que lleguen al 25%. Pero, por más que Cristina Kirchner se empeñe en la argentinización de YPF, lo que está claro es que no se puede vender en las mismas ventajosas condiciones en las que se vendió ese primer 15%. Existen otros socios locales, como Bulgheroni o Acosta que la Administración argentina también vería con buenos ojos.
Pero la clave para Repsol se encuentra en el cierre del contrato con Sinopec para la venta del 40% de Repsol Brasil. En octubre del presente año ambas compañías firmaron un preacuerdo por el que los chinos pagarían 7.100 millones de dólares por entrar en la filial brasileña de Repsol. La petrolera china ya ha realizado un depósito de alrededor de 400 millones de dólares como señal. El contrato se confirmará después del 31 de diciembre y evitará a Repsol endeudarse para seguir afrontando su expansión en Brasil. En todo caso, la compañía que preside Antonio Brufau es una de las menos endeudadas del sector, además de que estas últimas operaciones permitirán reducir aún más su deuda.
Mariano Tomás
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