El gobierno tiene espíritu de revancha, pero no quiere hacer ruido. Cuando el pasado 28 de julio se aprueba la Ley de Memoria Histórica, le preguntaron a la vicepresidenta De la Vega expresamente por la estatua de Franco en la academia militar de Zaragoza. De la Vega no quiso contestar a la pregunta directa, hizo ejercicio de cintura y señaló que una comisión interministerial tendría que valorar si concurrían los dos criterios de la Ley: dañar los sentimientos de los españoles y no afectar al patrimonio artístico.
Pues bien, la comisión ha dictaminado, pero en silencio. Y la estatua ha sido retirada como había anunciado el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, en el mes de junio. Pero también en silencio. Porque esta actitud silente es la que parece haber tomado el gobierno en lo que a memoria histórica se refiere: venganza y revancha, pero sin ruido de fondo. Los rumores castrenses señalan que no es una retirada, sino una reubicación. Pero ya saben, ¿quién hace casos a los rumores? Máxime si son castrenses.