El defensor del pueblo más viajero de la historia, el catalán Rafael Ribó, con 50 viajes con todos los gastos pagados en sólo dos años, no piensa en dimitir.
Es más, sugiere que las críticas contra él son en realidad ataques contra Cataluña. Lo de envolverse en la bandera para esconder las propias miserias se ha convertido en una asentada costumbre catalana.
Cada vez que a un político nacionalista le pillan en falta acaba siempre tapándose el tema diciendo que se trata de un vil ataque anticatalán. Así Ribó seguirá disfrutando de sus viajes y fines de semana en las Bahamas o cualquier otro exótico destino, embolsándose su jugosísimo sueldo y sus no menos jugosas dietas.
Pero que nadie piense mal. Todo lo hace por el bien de Cataluña.
Rosa Álvarez