"Por ser rico, por ser guapo, por ser un gran jugador la gente tiene envidia de mí". Declaraciones de Cristiano Ronaldo tras el partido de Liga de Campeones en Zagreb, donde recibió más de una patada aviesa. La UEFA puede expedientarle por las declaraciones sobre el árbitro del encuentro quien, efectivamente fue duro con los blancos y blando con los croatas. Pero esa es otra historia.

A Ronaldo se le olvidó decir que era inteligente, a fuer de modesto, quizás porque el asunto podría resultar inaceptable para muchos pero la autodefinición ahí queda. O, como diría el gran Wodehouse, quien tituló así uno de sus libros: "Rico, guapo y distinguido".

Esto es a lo que me refiero cuando afirmo que Florentino Pérez ha destrozado el madridismo. Es decir, se ha cargado la elegancia, el señorío, la deportividad, la modestia y la afición por el juego limpio que significa, antes que vencer, convencer.

Mourinho no es la causa del desastre madridista: sólo es la lógica consecuencia de una política presidencial que ha olvidado la cantera, que permite a sus jugadores comportarse como macarras, en lugar de dar ejemplo de deportividad a sus seguidores más jóvenes –también a los mayores, tiene usted razón- y que ha llevado a cabo una política de fichajes de horteras, eso sí, multimillonarios. El Madrid es hoy el Barça de hace 20 años, mientras los azulgranas se han convertido en el Real Madrid de hace veinte años.

Para mí, lo mejor sería que Florentino Pérez no abandonara ACS por el Real Madrid sino el Real Madrid por ACS. El equipo de fútbol es más importante para España que la constructora.

Eulogio López

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