La popularidad y el éxito de la persona célebre y admirada es utilizada de forma reiterada para vender productos y promocionar servicios.

Con ello, los creadores de mensajes intentan conseguir un doble objetivo: dar un mayor renombre al producto anunciado y utilizar el prestigio del famoso para lograr notoriedad. Prestar un rostro famoso supone un buen contrato publicitario.

Cada anunciante puede concebir y lanzar su campaña publicitaria de la forma que prefiera. Pero es preciso estudiar la utilización de los personajes de renombre en la estrategia de comunicación. Un famoso con enorme popularidad confiere a lo que anuncia la dimensión universal de sus éxitos. Algunos rostros famosos son prescriptores, en la actualidad, de diversos productos de ámbito internacional.

Según News of the World la modelo Victoria Beckham habría cobrado 14 millones de euros por prestar la imagen a una marca de ropa interior de una importante firma, la actriz Megan Fox podría ser la próxima embajadora de esta prestigiosa marca. Fox ha llegado al estrellato desde que protagonizó la película estadounidense Transformers; Cristiano Ronaldo, estrella del Real Madrid,  protagoniza la campaña publicitaria de una marca de zapatillas deportivas; la canadiense, Linda Evangelista, es la prescriptora de una marca multinacional de productos de belleza; David Beckham, jugador de Los Ángeles Galaxy, que protagonizó campañas para una empresa mutinacional de la moda, un fabricante de telefonía móvil, una marca de zapatillas deportivas y una bebida refrescante, aparecerá jugando al fútbol en una playa junto al actor Rob Lowe y el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, quien ha elegido al futbolista para promocionar el Estado de California, según ha publicado el diario The Sun. Unos grandes almacenes están sintiendo el peso de la crisis y, para intentar paliar sus efectos, ha utilizado al cantante Carlos Baute, nacido en Caracas; la actriz Olga Kurylenko será la próxima embajadora de una marca de bebidas etílicas y el actor Pierce Brosnan será el prescriptor de una marca de productos de belleza para hombres.

Si el comportamiento privado de un popular es incorrecto, cuando su ética y moral quedan en entredicho, es posible que su imagen quede dañada. Por ello, es muy probable que, también, la imagen del producto quede perjudicada.

Todas las decisiones publicitarias que no se orienten al respeto de las personas y a la veracidad del mensaje son un fracaso, a la larga. Hacer un uso continuo de los famosos en la publicidad no es lo más deseable. Y no hay que olvidar que la publicidad anuncia bienes y servicios, no figuras ni rostros.

Clemente Ferrer

clementeferrer@yahoo.es