En el PSOE lo tienen claro: la crisis económica puede hacerles perder las elecciones, pero un PP-Filesa les mantendría en el poder. El ministro del Interior maneja una estructura policial-judicial-mediática paralela, con Garzón, un Juan Antonio González y PRISA a su servicio. Los editoriales del oligopolio informativo del sábado 9, entusiastas con el Gobierno por la nueva ley de financiación de RTVE, al igual que la bolsa

El grotesco episodio ocurrido dos semanas atrás no debe pasar al olvido: resulta imprescindible para entender lo que está ocurriendo en España. Me refiero al momento en que el fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido monta en cólera y enaltece a la Guardia civil mientras carga contra la Policía Nacional, porque asegura que sólo obedece a la Audiencia Nacional -esto es, al juez Garzón, que es lo que quería decir y no dijo-, lo que, dicho sea de paso, le ha valido una querella de los sindicatos policiales, al menos de los controlados por el PSOE, que son la mayoría.

Pumpido, socialista disciplinado, se vio obligado a pedir disculpas a las pocas horas, rendir pleitesía al director general de la Policía Nacional y la Guardia Civil, Francisco Velázquez -casi su subordinado- y pedirle disculpas ante un ejército de cámaras convocado al efecto. Patético.

¿Fue una pataleta del por otra parte muy disciplinado socialista Pumpido? No, fue un estallido, tras mucho aguantar el ninguneo al que le sometía la red paralela de poder -judicial, policial y periodístico- del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, los de la famosa cacería jienense. ¿Saben ustedes la rentabilidad que se puede sacar de un comando formado por un juez-vedete como Baltasar Garzón en combinación con una fiscal, con el jefe dela policía judicial, Juan Antonio González -y con el diario El País, todos ellos conocidos por su cercanía a Rubalcaba? Porque de todos los presentes en el aquelarre cinegético, sólo dimitió el ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo.

Bueno, el comando Rubalcaba tine en nómina a el diario El País, la cadena SER y el grupo de periodistas de cámara de don Alfredo, entes los que se cuenta el director de un confidencial de Internet y varios clásicos del felipismo televisivo, e incluso columnistas 'cardiacos'. Con la policía investigando al adversario político, un juez imputándole y los medios aireando la imputación gota a gota se pueden hacer maravillas. Cada noticia sobre la desastrosa gestión de la crisis económica por parte del Gobierno Zapatero corre paralela a una información sobre un nuevo concejal del PP que ha recibido dinero de un tal Correa.

Contra todo eso era contra lo que bramaba Pumpido, a quien el Comando Rubalcaba tiene ninguneado, sobre todo por policías que obedecen al señor Garzón por orden del Gobierno... y a nadie más y que, por pura casualidad, descubren tramas de corrupción exclusivamente en el Partido Popular, seguramente por lo honesto que es el PSOE.

Es la estrategia: convertir al PP en un partido corrupto, aunque se trate de corruptelas no importa: lo que importa es que haya un concejal, o un alcalde, o un diputado autonómico, cogido en falta. Garzón, González y el diario de turno, especialmente PRISA (Rubalcaba confía en el grupo Mediapro-La Sexta-Público mucho menos que ZP) componen un trío invencible.

Pero aún quedaba la guinda de la tarta. No bastaba con los multimedia vendidos a Moncloa. La crisis es tan potente y ZP tan impotente para hacerle frente, que se precisa el apoyo, o al menos la neutralidad, de todas las televisiones, a fuer de poner la libertad de prensa al límite, o un poco más allá, de la línea roja: de ahí el anteproyecto sobre eliminación de publicidad en RTVE, un verdadero regalo de los señores de la prensa, al oligopolio informativo. La prueba la tienen en los laudatorios editoriales publicados el sábado 9 de mayo, del toda la prensa, de derechas y de izquierdas- al Gobierno por una norma que no es más que un soborno del PSOE a los grandes editores para ganarse su favor. Y lo mismo la Bolsa: mientras el Gobierno ZP se empeñaba en mentir, asegurando que no era una ley en favor de los grandes multimedia, los especuladores bursátiles lo entendieron perfectamente: la cotización de las teles privadas se disparaba.

Eulogio López

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