En líneas generales, la política económica del Gobierno Zapatero merece un notable alto. Al menos, según el modelo de análisis vigente hoy en día, según el cual puede distinguirse entre el estado de la economía y el estado de las economías familiares. Dicho de otra forma, la economía española durante la legislatura socialista ha marchado mucho mejor que las economías de los españoles.
La misma diferencia puede establecerse entre las economías particulares y las economías empresariales o entre el ahorro familiar y la evolución de los mercados financieros. Así, mientras los salarios han crecido en España durante la era zapatista al 3% anual, los beneficios empresariales lo han hecho al 20% y la bolsa al 30%.
Ahora bien, si prescindimos de esas nimiedades, la economía española ha marchado bien. La política del vicepresidente Pedro Solbes ha supuesto una continuidad respecto a la de Rodrigo Rato, el mismo estilo, incluso acentuado: la prioridad absoluta es el superávit público, que, en efecto, ha ayudado a los fuertes crecimiento del PIB y creación de empleo, aunque éste haya sido un empleo temporal y, sobre todo, con salarios bajos. De hecho, económicamente la inmigración ha sido muy beuna para España salvo en ese punto: en un país de retribuciones bajas, aún ha reducido más el peso del factor trabajo.
En definitiva, las tres patas en los que se sustenta la economía española sigue siendo: salarios bajos, impuestos altos (ya estamos en la presión fiscal media europea, y somos el país de la Europa de los 15 donde más se ha incrementado esa presión fiscal- y vivienda cara. El gran problema de la juventud española sigue siendo independizarse y formar una familia, ante la imposibilidad de comprar una casa.
El sábado fue la jornada económica socialista, marcada por una inflación que se había encaramado hasta el 4,1%, y había obligado al Gobierno a actualizar pensiones. El Foro económico del PSOE, la gran cita preelectoral... y la cosa terminó en caricatura. Zapatero, tras criticar el catastrofismo de la derecha, ofreció grandes ideas para combatir la inflación: por ejemplo, la creación de un Observatorio sobre el IPC, con página virtual anexa, donde se informe a los consumidores de la evolución de los precios. Algo que, sin duda, ayuda mucho y que puede servir para que la Academia le otorgue el Nobel de Economía.
El vicepresidente Solbes no le anduvo muy a la zaga en brillantez. Por de pronto, pasando de economista a psicólogo, explicó que no hemos sabido "interiorizar" el euro, y se explayó sobre aquellos malvados ciudadanos que consumen dos cafés y dejan un euro de propina, sino darse cuenta, explicó, que "un euro son 160 pesetas". Figúrense lo que nos queda por interiorizar hasta las 166,3.
Al tiempo, advirtió que no es para tanto, y que después e las elecciones de marzo, precisamente entonces, los precios volverán a la senda del 3% y se comportarán decentemente.
Lo de menos es que la imagen del PSOE fuera penosa y de que en el seno del partido se dedique más tiempo a pelear por el control sobre la política económica que a diseñar una estrategia ante la crisis. Solbes no aceptará más intromisiones de taguas, sebastianes, calderas y chacones. Y si no –ZP lo sabe-... se no se marchará, claro, pero se enfadará mucho.
Al mismo tiempo, ZP, un personaje sin muchos conocimientos económicos pero con un gran olfato político, prometió en el mismo foro 1,5 millones (0,6 millones en alquiler) de protección oficial... sólo que para los próximos diez años, es decir, para dos legislaturas y media. En un país donde se han llegado a construir más de 700.000 viviendas –no hace mucho: el pasado año la promesa tampoco es para tirar cohetes.
En definitiva, la política económica del PSOE –siempre con las antedichas precisiones- durante la legislatura merece un notable alto. Ahora bien, lo del Foro del Sábado dio que pensar a muchos. A lo mejor es que Solbes no está hecho para ser ministro en tiempos de crisis. Porque la crisis, queramos o no, está llamando a la puerta. Por de pronto, ya se ha apoderado de las mentes y de los hogares: ahora ya sólo le queda llegar a los mercados y a las estadísticas.