Sr. Director:

Estoy totalmente de acuerdo. Los sacerdotes no deben ocultar su condición de sacerdotes en ningún momento. Están siempre de servicio y por ello deben distinguirse.

 

Son -permítaseme la comparación- como los taxis que siendo coches como los otros, se pintan distinto para distinguirse y que la gente los pueda distinguir y solicitar su servicio. Si fueran como los demás coches ¿quién los alquilaría?

Hay otro tema. En donde una sotana o un traje clerigman "choquen" no deben entrar. Ciertamente que el hábito no hace al monje, pero tampoco lo evita. Conozco mucha gente que cada vez que ve un cura por la calle, lo encomienda. Los disfrazados se lo pierden. Hoy día todos sabemos la corriente secularizante y laicista que hay en la sociedad. Si cada sacerdote, cada religiosa, mostrasen su condición de personas entregadas también exteriormente, la gente diría: "aún hay personas que creen en Dios". Muchas otras razones podría añadir, pero por hoy es suficiente. Hay otra muy poderosa: está mandado. Lo que ocurre es que la Iglesia es madre y no coge una zurriaga y emprende a latigazos con los que van por libre.

Ignacio Conesa Buj

elolivar@arrakis.es