Sr. Director:
En estas fechas, tradicionalmente se guardaba un cierto aire de duelo, de recogimiento, de oración.
Se acompañaba al Cristo y a la Virgen en el vía crucis de su Pasión al son de orquestas que seguían a los tronos por las calles de ciudades y pueblos.
No existía ese afán insaciable de dorar la piel al sol de las playas mediterráneas, ni estaba bien visto abarrotar las tabernas y bares.
El ayuno y la abstinencia del Viernes Santo no se han derogado, aunque muchos -debo suponer-no lo saben.
Tenemos una legión de amantes de la Semana Santa, cofrades de Hollywood que vuelven por estas fechas a Málaga una y otra vez, fieles devotos de su Señor.
Los hay que rezan, por una vez al año-menos es nada- pidiendo al Todopoderoso que la lluvia no impida su Procesión.
Se hace de noche y alguien se arranca en un canto desgarrado. Es la saeta.
Las personas cambian. Menos mal que Dios, no.
Mª Luisa García Ocaña
tomillar85@gmail.com