Por tanto, la comunidad, el Estado, está obligado a pagar un salario a la mujer por cada nuevo contribuyente que aporte a la sociedad. Insisto: no es una prestación: es una contraprestación, no es una limosna, es de justicia.
La Iglesia, que siempre ha dejado atrás a la izquierda en materia de justicia social, apunta hacia el salario maternal. La agencia Zenit recoge la intervención del presidente del Consejo Pontificio para la Familia, cardenal Ennio Antonelli. Por propia inercia ese reconocimiento económico de la actividad doméstica deberá llegar a su fin natural: el salario maternal.
¿Por qué se oponen el lobby feminista y el lobby homosexual al salario maternal? Porque ellos no están ni por Occidente ni por la vida, están, como la progresía europea, por el suicidio. Son así de alegres.
Eulogio López
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