Empecemos por el final: el vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, no tiene la menor intención de modificar su modelo de política económica, y el presidente Zapatero, tan radical para las llamadas reformas sociales, no se siente cómodo con un modelo mucho más de derecha capitalista que de izquierda socialdemócrata. Dicho modelo puede resumirse en salarios bajos y vivienda cara, a lo que habría que añadir la resignación generalizada a que España sea un país de pymes, y el vicepresidente Solbes, no tiene la menor intención de que se cambie.
Ni tan siquiera el diálogo social entre empresarios y sindicatos tiene ya carácter de urgencia, dado que se ha logrado, un año más, el acuerdo sobre moderación salarial, aceptado dócilmente por los sindicatos CCOO y UGT en el país con salarios más baratos de la Europa de los 15, junto a Portugal y Grecia, y en el que las rentas empresariales crecen por encima del 20% mientras los salarios lo se pactan sobre el IPC, es decir en la barrera del 3,5%. Conseguido, un año más, la paz social y el trágala anual de los asalariados, todo lo demás, por ejemplo el pequeño detalle de la reforma laboral, puede esperar: más diálogo, que siempre atrae a las cámaras de TV aunque no sirva para mucho.
Al mismo tiempo, la famosa burbuja inmobiliaria continúa riéndose de sus detractores y, sobre todo de las voces que aseguran un pronto pinchazo. Curiosamente, lo aseguran como si fuera algo terrible, cuando un pinchazo inmobiliario perjudicaría a todos aquellos que especulan con el suelo y la vivienda, no a los que tienen que pagarla ni pretenden vender su casa, porque la única que poseen es aquélla donde viven. A éstos, es decir, a la mayoría de la población, lo que más puede preocuparles es un alza de tipos.
Las cifras que difunde el Instituto Nacional de Estadística y el Banco de España ratifican el modelo de salarios bajos y vivienda cara. Así, la deuda familiar, a 31 de octubre, según el Banco de España, había crecido un 19% durante un año, hasta 1,3 billones de euros. En definitiva, las familias están sobreendeudadas y se calcula que un tercio de la población llega justo a fin de mes. La principal carga familiar es, cómo no, la vivienda. La BBK acaba de lanzar la primera hipoteca a 50 años, lo que multiplica el pago final de lo prestado por varios enteros.
Ojo, al mismo tiempo, Rodríguez Zapatero y Pedro Solbes exhiben con orgullo que el Estado puede cerrar por primera vez en la historia reciente en positivo (el Estado, no sólo el Estado con Seguridad Social)
Es decir, que la economía española va bien, pero las economías marchan como pueden, con su vida hipotecada por la hipoteca. Sí, es posible que la economía del Estado marche bien y las economías particulares marchen de pena. Eso se consigue con el actual modelo heredado, por otra parte, del partido Popular-: impuestos altos, salarios bajos, vivienda cara. En este escenario lo lógico sería destinar a financiar vivienda pública -el bien más deseado y uno de los más necesarios- parte del superávit del Estado, pero, miren ustedes por dónde, resulta que no : que lo políticamente correcto es que el Estado no deba nada y los ciudadanos adeuden mucho.
Insistimos, el modelo no va a cambiar. La economía española marcha bien gracias al sacrificio y la deuda perenne de los españoles, que cobran poco, pagan mucho y se pasan a la vida atados al pago de su vivienda.
Y ni Zapatero ni Solbes quieren cambiar el modelo. Un modelo que favorece a los ricos y destroza a la clase media y a los trabajadores. Por cierto, la vivienda ara significa que los jóvenes se resisten a formar una familia (el casado, casa quiere, dice el viejo refrán español) y aún más a tener descendencia. Entre otras cosas, porque a los salarios bajos y la vivienda cara hay que unir el empleo precario.
Esta política tiene bastante que ver con la crisis familiar, y no conviene olvidar que todas las crisis económicas y sociales tienen su origen en una crisis familiar.
Eulogio López