Por tercer mes consecutivo, el indicador adelantado de IPC arroja un recorte. En este caso, de 8 décimas. No está mal. A pesar del dato, la vicepresidente segunda insiste en que existe riesgo de deflación y que veremos tasas positivas a finales del año. La misma tesis que mantenía Vegara. Lo que está claro es que la caída en los precios no se ha debido a una liberalización del sector servicios ni a una mejora de la competitividad. Se explica perfectamente con la caída del 33% en la recaudación de IVA y en el 8,4% de recorte en las ventas minoristas.
Con todo, el dato ofrece aspectos positivos. En primer lugar, la mejora en el poder adquisitivo. Y en segundo lugar, la ausencia de presión sindical para subidas salariales. No hay motivo. Es más, desde la patronal se empieza a plantear la posibilidad de que los convenios contemplen recortes nominales de los salarios. Los sindicatos, por supuesto, ya han dicho que nones.