Mañana de infarto en Madrid, la del miércoles 11 de mayo. A punto de cumplirse un año del comienzo del periodo de reformas (rebaja del 5% de los sueldos de los funcionarios, congelación de pensiones, suspensión del cheque bebé, etc.), un portavoz de Moncloa asegura a la agencia Europa Press que el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero anulaba su viaje a Noruega (importantísimo periplo, pues iba a reunirse con líderes 'progresistas', nada menos) para analizar un supuesto paquete de medias económicas con su equipo económico, liderado por Elena Salgado.
Pero la marejada había comenzado antes, con José Manuel González Páramo, que como buen banquero central, se ha compadecido de los pobrecitos mercados financieros y ha insistido en que "la paciencia de los mercados no es ilimitada". Todo ello mientras Atenas se convertía en un escenario de guerrilla urbana, respuesta de los griegos a un rescate europeo que les ha empobrecido hasta el tuétano y que no ha servido para nada.
Es como si Europa hubiera entrado en un círculo vicioso del que no lograr salir, siempre al servicio de la especulación financiera. La lideresa europea, Ángela Merkel, ha vuelto a mostrar su mala crianza y exige más ajustes de cinturón a los griegos, como más tarde se exigirá a irlandeses y portugueses.
Nuestro progresista Zapatero no ha tardo en reaccionar: nuevas medidas económicas. Ahora bien, el problema es que en España poco más se puede ajustar. Por tanto, si para que lo mercados no se impacienten hay que reducir aún más el déficit, la única solución que resta es la de subir los impuestos. ¿Cuáles? Desde luego no el IVA, que subió hace un año en dos puntos, ni el impuesto sobre el ahorro -eso tampoco gustaría a los mercados- ni el IPRF -imposible-. O, como ya advertimos en Hispanidad, la única posibilidad consiste en subir los carburantes, donde todavía hay recorrido, al menos comparado con Europa.
Y es que de donde no hay no se puede sacar, pero llama la atención dos cosas: el servilismo de Zapatero ante los mercados y la España cainita tipo González Páramo.
Y a todo esto, ¿tanta necesidad tenemos de tranquilizar a los mercados financieros? Naturalmente que no, como explicamos en esta misma edición. Es que tenemos mala prensa.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com