La vicepresidenta económica, Elena Salgado, no quiere llegar a septiembre. Espera aprobar el examen en junio. Para ello confía en que las medidas de ajuste adoptadas sean suficientes. Es verdad que Merkel exigió un ajuste de 30.000 millones no de 15.000. También es verdad que algunos miembros del eurogrupo pidieron un ajuste de 15.000 millones en un año, no en dos. Pero en todo caso, Salgado confía que el hecho de haber tocado ley, es decir, cuestiones sensibles como funcionarios y pensiones, permitan pasar el examen sin mayores problemas.
Desde Bruselas Barroso, Van Rompuy y Juncker alaban la valentía de las decisiones tomadas por el Ejecutivo Zapatero, aunque aclaran que la decisión del aprobado no ha sido aún tomada.
Por si acaso, Salgado anuncia además que el Gobierno está empeñado en dos reformas estructurales básicas. En primer lugar, la reforma del sistema financiero, acordada con Rajoy el pasado 5 de mayo. Salgado insiste en su compromiso de que antes del 30 de junio esté preparado el futuro mapa de cajas. Encauzadas y aprobadas. No resueltas, quiere decir.
Y la parte más importante: la reforma laboral. Zapatero ya ha decidido abandonar la subcontrata de la legislación laboral en los agentes sociales y ha decidido coger el toro por los cuernos. Ahora va en serio. Sólo queda por saber la reacción que tengan los sindicatos ante este golpe de timón.