La ministra de Cultura, Carmen Calvo, afirmó hace unos meses que su ministerio financiaría a los grafiteros, porque se habían convertido en unos transgresores, "los quijotes del siglo XXI". Unos quijotes enchufados al presupuesto y un pelín domesticados. Curioso : la administración sostiene financieramente a unos transgresores y los transgresores se dejan comprar por la administración. Doble prostitución.

Algo parecido debe de ocurrir en el Ministerio de Educación. Tal y como informamos en nuestra edición de ayer martes 3 de agosto, la ministra Sansegundo compareció en los cursos de verano de El Escorial. Y lo hizo rodeada de "raftas", esa subcultura caracterizada por las camisas de flores, el pelo rizado y nunca cortado ni lavado y la ausencia de compromiso. Ya saben: "No woman, no cry" (No mujeres, no lamentos).

 Los raftas andan por la vida chutados, una forma de no sufrir, aunque también de no vivir. Su estética no es transgresora, sino pasota. Y esos son los que parecen estar interesados en la nueva Ley de Educación. Sintomático. Y preocupante. ¿Es ese el modelo de Educativo que pretende la ministra Sansegundo?