Ante la deserción generalizada de los clérigos y laicos de todo un país, dos hombres –junto con otros cincuenta y tres mártires- prefirieron la muerte a contravenir los dictados de su conciencia: Juan Fisher, obispo –nombrado en prisión cardenal-, y Tomás Moro, laico.
"No hay en Inglaterra hombre más culto ni obispo más santo", afirmó Erasmo de Rotterdam de Juan Fisher, que tanto hizo por la cultura inglesa y que, por defender la validez e indisolubilidad del matrimonio entre Catalina de Aragón y Enrique VIII, sufrió la cárcel, las calumnias más rastreras, varios intentos de asesinato y, finalmente, la muerte por decapitación, el 22 de Junio de 1535.
Tomás Moro, también gran humanista, casado y con cuatro hijos, Canciller de Inglaterra, al negarse a admitir la anulación del matrimonio real, también fue decapitado catorce días después de Juan Fisher.
En los momentos actuales en que tantísimos cristianos y católicos se divorcian, la enseñanza de estos dos santos cobra plena actualidad.
(Las fuentes principales, que no las únicas, de las que se han tomado los datos para redactar
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Libros: Los clásicos de siglos pasados de Santiago de
Pilar Riestra