Una vez más se muestra la importancia de la familia en estos tres mártires que vivieron a caballo entre el siglo III y IV. Vicente, Sabina y Cristeta hijos de unos padres profundamente religiosos, quedan huérfanos y el mayor y único varón se hace cargo de la familia. La persecución de Diocleciano lleva a Vicente, como cristiano irreductible, a la cárcel para ser torturado y, sino abjura de su fe, ser ejecutado. Sus hermanas le proponen la fuga. Vicente duda, pero al final comprende que se debe a sus hermanas y huye con ellas. Son capturados cerca de Ávila y los tres con una entereza admirable confiesan su fe a pesar del martirio a que son sometidos. Los tres murieron en la tortura el año 304.
Como ocurrió con Jesús de Nazaret, la educación familiar preparó a estos tres hermanos para que fueran testigos de Cristo. Dice el Catecismo de
(Las fuentes principales, que no las únicas, de las que se han tomado los datos para redactar
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Libros: Los clásicos de siglos pasados de Santiago de
Pilar Riestra