La Casa del Rey y la Casa del Príncipe, más separadas que nunca. Padre e hijo apenas tienen otra relación que la impuesta por sus obligaciones públicas. La crispación reinante en el país llega a La Zarzuela, y no precisamente a causa de Carod. Desde Palacio intentan evitar que algún periódico encargue una encuesta sobre la popularidad del Príncipe.
Es la frase más glosada entre los amigos del Rey y no expresada, precisamente, de forma caritativa: Lo ha dicho ella. Es una mofa de lo que afirma, y al parecer no una sola vez, el príncipe heredero SAR Felipe de Borbón y Grecia, para justificar cualquier decisión, o desplante, a la Casa Real y a su propia familia. Ella, naturalmente, es SAR doña Letizia, futura reina de España. Un periodista próximo a la Realeza lo explicaba así a Hispanidad: Leticia será una reina que no buscará el amor, sino la admiración de los españoles. Y, al parecer, no tienen el menor interés en disimularlo.
El distanciamiento, al decir de los próximos al Rey y al Príncipe, es máximo. Es más, don Felipe ha revisado sus amistades y sus contactos desde que contrajo matrimonio. El Monarca, al mismo tiempo, mendiga entre los poderes económicos y políticos apoyos a su hijo, para que los españoles pasen de juancarlistas a felipistas, y su empeño es la muestra palpable de que no lo ha conseguido.
En el ámbito familiar, especialmente con la Reina de España, doña Sofía, las relaciones tampoco son las mejores. Ahora, más que nunca, puede hablarse de que existe la Casa Real y la Casa del Príncipe heredero. Y cada día menos conectadas. Padre e hijo ha reducido sus relaciones al mínimo necesario, para ser exactos, a las que vienen impuestas por sus obligaciones públicas.
Por otra parte, el príncipe parece totalmente ausente de los problemas políticos especialmente de la tensión territorial. Hasta ahora su cometido era el estrechar lazos con Hispanoamérica, terreno este que su padre le cedía en exclusiva. Sin embargo, desde su matrimonio ha reducido sus visitas a Hispanomérica y, lo que es peor, no parece interesarle gran cosa. Hasta en la patronal ha surgido cierto malestar, porque si algo ha bordado Juan Carlos I ha sido su labor como embajador comercial y como defensor de las empresas españolas en el exterior, y muy en especial en sus inversiones iberoamericanas. En otras palabras, los empresarios preferían el apoyo del padre ala ausencia del hijo.
Pero lo que más preocupa es la falta de popularidad del príncipe heredero. Desde Zarzuela, se ruega a los grupos editoriales que no hagan encuestas sobre la popularidad del Príncipe. Por el momento, Doña Letizia cuenta con todo el apoyo de la prensa progresista, incluso más que su esposo, a quien se considera más estirado. Pero los asesores de imagen del Su Majestad saben que una cosa es lo que dicen los medios y otra lo que piensa el pueblo.