La estrategia sería la siguiente: abrir la chequera en las próximas negociaciones presupuestarias para "alcanzar el mayor consenso posible". De esta forma ganaría la imagen de "presidente de todos" y de que el PSOE es el partido nacional que mejor entiende las distintas sensibilidades dentro de España.
A esta imagen de "hombre de Estado", ZP trataría de añadirle la medalla de "pacificador", el jefe de gobierno que consiguió la paz en El País Vasco. Una foto por aquí, una entrega de armas por allá y habría consolidado su imagen por mucho tiempo. Y si todo eso ocurre rápido y la economía no se estropea demasiado para entonces, Zapatero descuenta que alcanzaría la mayoría absoluta, liberándose de las incómodas hipotecas de ERC, IU, PNV, BNGa, CC, CiU, etc, que permanentemente colocan al gobierno contra las cuerdas.
A todo ello hay que sumarle las luchas cainitas del PP, con desaparición en combate de un Mariano Rajoy que ha estado ausente de Guadalajara y Roquetas. Este es el escenario con el que trabajan los fontaneros de Ferraz y Moncloa mientras el presidente se lastima jugando al baloncesto. Puede que tengan razón. Eso sí, conviene darse prisa y no arriesgar para no cometer nuevos errores. El problema es que el que juega con fuego, a veces se quema.