El perturbado mental chino, Gong Runbo, de 34 años de edad, habitaba en la ciudad de Jiamusi, situado en el llano de Sanjiang, en la provincia de Heilongjiang, al noreste de China. En su residencia tenía guardadas las morfologías de las cuatro niñas que había violado, torturado y asesinado. El aterrador escenario fue descubierto por las fuerzas de seguridad china, a raíz de la denuncia de un crío de 14 años que alegaba se había fugado de un individuo que le tenía raptado. Fue capturado y, de esta forma, se acabó uno de los casos más trágicos de violaciones, torturas y asesinatos en serie.
El norteamericano, James Barker, uno de los militares implicados en la violación, tortura y asesinato de una niña de 14 años de edad, en la ciudad de Mahmudiya, al sur de Irak, testificó bajo juramento, un alegato espeluznante de la carnicería que también costó la vida a la allegada de cinco años y a los progenitores de la muchacha. El militar actuó bajo los efectos de la ingesta de bebidas etílicas. El cuerpo quemado de la adolescente, con un balazo en la cara, fue concluyente para que el caso llegara a una corte marcial.
También, la entrenadora de gimnasia Pamela Rogers, de 29 años de edad, sollozó y solicitó indulgencia ante el juez Bart Stanley de Tennessee, Nueva York. Estaba imputada por haber remitido testimonios gráficos, de ella misma desvestida, a un menor de 16 años con el que mantenía relaciones carnales. Pamela entró en el calabozo y fue condenada a nueve meses de cárcel y a siete años de libertad condicional. También estaba procesada de 15 cargos de agresión sexual y 13 de violación a menores.
La crueldad contra la subsistencia de millones de niñas, violentadas a la indigencia, al hambre, a la esclavitud sexual y a la tortura física, es provocada por un infame reparto de las riquezas entre los pueblos.
Clemente Ferrerclementeferrer3@gmail.com