Recibo bastantes correos donde me piden explicaciones sobre si la afirmación de que se busca un Papa mártir. Por eso me agrada que el decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano, pida para la Iglesia un Papa "que dé la vida por su ovejas". Esto es, un Papa mártir. Si monseñor Sodano, que sabe mucho más que yo, solicita un Papa mártir es porque sabe de la actual situación de la Iglesia y de la humanidad que, como recordaba el Papa emérito, Benedicto XVI, se ha alejado de Cristo y ha entrado en una fase de autodestrucción. Por lo demás todo está en orden.
La vida de los dos últimos papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI ha sido un verdadero martirio en vida. Para evangelizar han hecho todo: han llegado a su límite natural de todo lo que un apóstol puede hacer: la libertad del hombre. Si alguien se niega a recibir el mensaje de Cristo ni la misma gracia de Dios puede evitar su condena. Esto de la libertad, se lo aseguro, es tan grandioso como dramático.
Pero vamos con el cónclave. Primer mensaje mediático: la Iglesia está dividida porque, de la primera votación en la Capilla Sixtina (en la imagen), ha salido fumata negra. Hombre, lo extraño hubiera sido lo contrario, que hubiera salido fumata blanca en la primera votación. El récord de Benedicto XVI fue espectacular: en la cuarta votación fue elegido Papa. Pero si falla la primera es que la Iglesia está dividida. ¡Qué profundo análisis, Miquelarena!
La Iglesia está dividida, ciertamente, entre cardenales santos y cardenales poco santos. Como siempre. Y en el siglo XXI, seguramente algo más. Oiga, y hasta estoy convencido de que existen cardenales y obispos poco sanos e incluso -la corrupción de lo mejor es lo peor- pueden darse cardenales y obispos, verdaderamente endemoniados (posesos todavía no conozco a ninguno, hablo de satanización del alma).
Y ya metidos a equiparar una elección de Papa con unos comicios políticos, he visto a una de las enviadas de RTVE, muy seria ella, hablando de que la modernización de la Iglesia exigiría una campaña electoral entre electores. No estaría mal. Mientras las leyes civiles, por ejemplo las españolas, expulsan a los partidos menores y potencian el bipartidismo, en merma de la democracia, resulta que ahora se pide que todos los fieles que puedan recibir el sacramento del Orden, pongamos una par de cientos de millones, y que, por tanto, puedan ser elegidos, hagan campaña por el Pontificado. Los gastos se elevarían un poquillo pero eso es bueno, porque así permitiría a los cristófobos centrarse en el derroche eclesial en tiempos de crisis. Y todos contentos.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com