Las trazas de carne de caballo encontradas en productos elaborados a base de ternera han vuelto a abrir, en este caso innecesariamente, una nueva crisis alimentaria.
Ante estas situaciones muchos consumidores, asustados por estas crisis, han decidido `refugiarse´ en los productos de certificación ecológica (Alimentos `bio´) elaborados con técnicas mucho más sostenibles para el medio ambiente, sin uso de tóxicos en su producción, con la contrapartida de ser productos sensiblemente más caros.
No obstante, recordemos que ni siquiera estos productos `bio´ superan los test. "De todas las alarmas alimentarias que registra la Unión Europea hay más -proporcionalmente- que provienen de estas explotaciones ecológicas que en las demás", asegura José Miguel Muneta, profesor de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia.
Este debate se ha puesto de actualidad en Alemania, donde se ha acusado a cientos de empresas de la Baja Sajonia de no respetar las condiciones animales para que sus huevos sean considerados `bio´, sin embargo, el precio de venta al público era muy superior al de los huevos convencionales. Además, desde las asociaciones de consumidores aseguran que esta certificación permite el uso de sustancias nocivas durante la producción como el cobre o el azufre.
Pienso que quienes así hablan no conocen que los alimentos que consumimos proceden de seres vivos, plantas y animales, y que como los hombres sufrimos múltiples alteraciones producidas por otros seres vivos o por deficiencias, las plantas y animales también las sufren, para que estén sanos/nas necesitan medicamentos (son los mal llamamos pesticidas) como los hombres. Muchos de estos medicamentos, como en el caso de los humanos, proceden de substancias químicas o biológicas que pueden tener algún efecto no deseado. Decir que nos dan comida envenenada es lo mismo que decir que nuestras farmacias nos envenenan.