Lo primero que debiera hacer el embajador norteamericano en España, Alan Solomont, es aprender a hablar castellano. El representante de Barack Obama considera que España es un país situado al norte de Gibraltar.

Lo segundo es no meterse en lo que no le importa. Más que un embajador parece un agregado comercial dedicado a defender los intereses comerciales, no ya a las empresas estadounidenses, en lo que podría tener razón, sino de los especuladores norteamericanos, que es actividad menos noble.

La nueva intromisión es ésta. Solomont presiona al ministro de Industria, José Manuel Soria, para que mantenga las primas a las energías renovables, especialmente la termosolar, que ahora es la más dañina para el déficit público español. Presiona aquí y lanza sus mensajes desde Estados Unidos, donde ya se habla de seguridad jurídica en España.

Miren ustedes, de inseguridad jurídica con la carísima energía termosolar nada. El Gobierno Zapatero siempre tan ecologista, se comprometió a pagar la energía solar a precio de oro. Así, todos los olfateadores de chollos públicos (sobre todo la triple A: Abengoa, ACS y Acciona) se pusieron a fabricar centrales termosolares. Y los otros listillos, los fondos norteamericanos, se acercaron a la sopa boba del Estado financiando dichas inversiones, que amenazan con ser la ruina de la energía española. En lo que respecta a  la fotovoltaica, ya no hay forma de dar marcha atrás. Los contribuyentes y clientes españoles tendremos que pechar con ello. Quitarles las subvenciones a plantas en funcionamiento sería, en efecto, inseguridad jurídica. Así que a fastidiarnos durante lustros.

Ahora bien, no es inseguridad jurídica -y es la medida que deberían tomar- que el nuevo gobierno del PP decidiera paralizar la construcción de nuevas centrales de termosolar y devolviera lo invertido a los inversores. No olvidemos que el propio ministro de Industria, José Manuel Soria, cifraba en 70.000 millones de euros, lo que nos puede costar a los españoles la broma de la energía verde subvencionada. Todo ellos a beneficio de los fondos norteamericano y de los señoritos March, Entrecanales, Albertos, Benjumea y Florentino Pérez.

Así que, señor embajador, ¿por qué no se larga de España y nos deja en paz? Vuelva a sus negocios y deje de utilizar su legación política para chantajear al gobierno español y para extorsionar a los españoles.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com