El problema del virus del sida preocupa a niveles de Estado. Se trata de una plaga que se escapa al control del hombre; no se encuentra un antídoto frente a esta terrible amenaza que termina con la muerte.

Pero además se extiende, va en aumento como nefasta advertencia que todos los días implica a más personas. Un reto para el ser humano, orgulloso de sus avances técnicos e incapaz de atajar el mal; una macabra burla frente a la limitación de los mortales.

Un estudio realizado por la Clínica Cleveland, situada en Ohio (EEUU) y publicado por el American Journal of Health Behaviour, mostró que los programas de abstinencia hasta el matrimonio han dado un buen resultado y son un éxito entre los estudiantes de esta ciudad.

Por otra parte, el Gobierno de Inglaterra ha decidido lanzar una campaña publicitaria basada en la promoción de la abstinencia como forma de vida de los adolescentes. La educación sexual es todo lo que una persona tiene que aprender, para lograr vivir con su esposa feliz y para toda la vida. La sexualidad es un bien precioso que no siempre sabemos valorar ni utilizar correctamente para alcanzar la felicidad.

Por otra parte tenemos la realidad: las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), los preservativos no consiguen dar una respuesta concluyente puesto que no logran la adecuada seguridad frente a los muchos padecimientos. Los contagios por roce cutáneo, como el papiloma humano, la infección del herpes o la sífilis se contagian a pesar de los preservativos. Las secuelas de estas dolencias producen diversos tipos de carcinoma y disfunción crónica sexual.

Después de muchos fracasos, el imaginario sexo seguro, precisa ser demolido en apoyo de las estrategias sanitarias verosímiles.

En este sentido parecen oportunas unas palabras de Julián Marías, quien entiende que la causa principal del esta enfermedad es la ausencia de normas de vida sexual, normas que han existido siempre y gracias a las cuales los hombres se han comportado de manera humana y han hecho posible eso que se llama civilización.

Clemente Ferrer

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