Uno comprende que tanta estupidez progre-nacionalista, exige exhibir una bandera que de otro modo sólo mostraríamos, pero la bandera de España no puede ser un objetivo político: sólo es un objetivo electoral del PP. De la misma forma, lo admito, que los coqueteos social-nacionalistas no son más que un truco del PSOE para captar votos, no entre los bien o mal pensantes, sino entre los no-pensantes, entre los que votan, no a favor de algo sino en contra de alguien.
Me hubiera gustado más, digo, que en vísperas de la fiesta nacional española, que por algo es la Fiesta de la Hispanidad, Rajoy hubiera apostado por una mayor apertura a Hispanoamérica, que necesita de España ahora casi tanto como en el siglo XVI.
Acabo de regresar de Argentina, y me ha sorprendido que allí hablaran del Día de la Raza, expresión, además, muy querida por su admirado Perón. En España -advertí- el Día de la Raza se interpreta con el Franquismo. Algunos de mis interlocutores ya lo sabían, y sonreían, otros no: éstos reían a carcajadas. Al final, caí en la cuenta de que este país de acomplejados llamado España realiza una inferencia entre raza y racismo, la misma que supongo existe entre gimnasia y magnesia, mientras que para los argentinos, el 12 de octubre es la demostración de que la colonización española (la de los ‘gallegos', como ellos nos dicen) tiene su timbre de gloria precisamente en eso: en la formación de la raza hispana.
Los anglosajones, y me temo que también la católica Francia, que no logró cristianizar el Magreb, no hizo mestizaje. Sencillamente, aniquiló a los indios y ocupó su territorio. Por eso ha progresado más, claro, porque es más fácil matar a una población que formarla, educarla y elevarla. Es más fácil matar que cambiar, y más rápido, pero el verdadero patriotismo es ciudadanía, no imperialismo. Desde el codicilo de Isabel la católica, y gracias a la exportación de curas realizada por los Austrias, en alianza con la Iglesia, los colonizadores españoles se casaron con las nativas y así nació la etnia hispana, y por eso el Día de la Hispanidad es el Día de la Raza. Por eso, las guerras de independencia de España las libran criollos descendientes de españoles y por eso el general José de San Martín, el libertador de Argentina, habla con acento de Valladolid. Por eso, en suma, no existe la raza angloindia, ni la raza franco-magrebí, ni la raza holandesa-indonesa: pero sí existe la raza hispana. Hispana, no latina, un estúpido término inventado pro Napoleón III para justificar su invasión de México y escogido luego por la cultura, o mercado, imperante, la anglosajona, para poder desarrollar su muy racista concepción de los hispanos: gente inculta, formada por hombres estúpidos y violentos y por mujeres casquivanas y machistas. Eso es lo que significa el vocablo "latino" en Estados Unidos y lo que empieza a significar en la Europa Progre o en la España de Zapatero y Rajoy.
Pero los colonizadores españoles no. Fieles a la estupenda convicción medieval y cristiana de que entre un hombre y una mujer que yacen juntos se establece una relación tan íntima, tan profunda, que debe ser eternamente disfrutada o eternamente soportada, aquellos curas de la leyenda negra ‘obligaban' a los conquistadores a pasar por la Vicaría si habían hecho eso que ustedes están pensando. Todo se resume en la frase del precitado codicilo de doña Isabel: tratar a los indios, que son "hijos de Dios". Y es que en la civilización cristiana ha habido fornicación y adulterio a mansalva, pero no concubinato. Por eso surgió la raza hispana y no la raza estadounidense… por ejemplo. Claro que el Día de la Hispanidad puede y debe ser el Día de la Raza. Es lo que es. La colonización española y portuguesa es muy superior, y más meritoria, moralmente a la anglosajona. Peor, en efecto, económicamente es mucho más sencilla la alternativa calvinista: se aplica la superior tecnología del colonizador y se prescinde del colonizado, por el sistema de la eliminación sumaria. Además, así no surgen conflictos que retrasen el despegue económico. Es más fácil matar que educar, de la misma forma que es más fácil hoy cerrar las fronteras al inmigrante que abrirlas.
Volvamos a España. Los países son como las personas: cuando están volcadas hacia los demás, hacia el exterior, es cuando dan lo mejor de sí mismas. Por el contrario, cuando se pasan la vida mirándose el ombligo, pendientes de sí mismas, se disuelven, en el caso de las naciones en una interminable guerra civil o enfrentamiento cainita. La España de los Reyes Católicos estaba pendiente de evangelizar y modernizar el continente recién descubierto, donde no se encontraron otra cultura -eso es una milonga progre que hasta muchos cristianos se han tragado sin la menor resistencia crítica, sino un mundo cruel que era necesario civilizar y cristianizar. Siempre aconsejo lo mismo: no se pierdan la extraordinaria película de Mel Gibson -Apocalipto- horror de los progres masoquistas. Tras su visionado, la colonización española de América no es que se comprenda: es que se agradece.
Así que el día de la Raza no es racismo, sino todo lo contrario. Es rememorar la creación de la única nueva etnia (mestiza, como todas las etnias que en el mundo han sido), nada en la edad moderna, fruto del mestizaje entre colonizadores españoles y nativos hispanoamericanos. Los ‘patriotas' que busco son aquello que se sienten tan orgullosos de su origen íbero como de su origen indígena-americano, lo que consideran que lo mejor que hizo España fue civilizar una Hispanoamérica que ahora posee su misma fe cristiana -bueno, más fe que la madre patria- su misma lengua y similares rasgos, al menos en aquellos países donde se dio más mestizaje: ¿O es que alguien distingue a un español de un chileno, un argentino, un mexicano, o un colombiano criollos?
Sobre mi cabeza, mientras escribo, puedo contemplar una lámina que evoca ese mestizaje y que reproducen los cruces de la colonización: De español y mestiza, castiza; de española e indio, mestizo; de india y lobo, indio; de morisca y español, albinotornatrás… Examínense. Si esos cuadros le producen un cierto reconcomio es que sufre usted un principio de xenofobia. Hágaselo mirar. Por cierto, el cuadro está coronado por la Virgen de Guadalupe (ni por un momento me atrevería a recordar a los mexicanos que la Virgen del Pilar también tuvo el título de Reina de la Hispanidad). Ese emblema es la demostración de que la Hispanidad no se entiende sin la fe cristiana y el amor a Santa María, de la misma forma de que la Iglesia Católica no se entiende hoy sin la raza hispana, que aporta más del 40% del total de sus fieles. Comprenden por qué a los progres, ni a los de izquierdas ni a los de derechas, les agrada el día de la Raza.
Ya lo ve señor Rajoy, existen más motivos para sentirse orgulloso de la identidad española que al homenaje de la bandera. Y recuerde que cuando España estaba inmensa en el proceso colonizador, no había ni Estatut ni plan Ibarreche. En particular, los vacos estaban muy ocupados en Iberoamérica, Por eso, existen hoy tantos apellidos euskaldún-interminables en el Nuevo Mundo. No tenían tiempo para mirarse el ombligo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com