El confidencial PRNoticias defendía en su edición del miércoles que el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Manuel Conthe debería dimitir. La razón es la carta (por si alguien se ha perdido se trata del siguiente texto) que el señor Conthe pretende implantar la censura previa sobre los directores de comunicación de las empresas cotizadas.
En el fondo, el intento de Conthe no es más que la aplicación de las reglas del dios-mercado : más importante que la libertad de expresión y de prensa, más importante que la verdad, es la cotización sin interferencias de los valores bursátiles, que son, en efecto, los valores en los que cree el señor Conthe.
Y no es una novedad. Verán, la Directiva Europea de Abuso de Mercado, adaptada a la normativa española con el entusiasmo de populares primero y de socialistas después, y con el aplauso de Manuel Conthe, considera que un periodista no puede alterar la cotización de un valor en bolsa ¡aunque sea cierto lo que cuenta! Podríamos hablar mucho sobre qué cosas alteran una cotización. Por ejemplo, un atentado terrorista, y no veo a la CNMV convocando a Ben Laden. Pero esa no es la cuestión. La cuestión es que para evitar tamaños sacrilegios ante el dios-mercado, la CNMV pretende arrogarse censura previa sobre contenidos periodísticos, y, ahora, sobre lo que los dircom hablan con analistas financieros o con periodistas. Considerando que en siglo XXI el personaje más importante de una empresa después del presidente es su portavoz, las conclusiones se las dejo al lector. En definitiva, a los periodistas se nos puede castigar por publicar la verdad y ahora, Conthe pretende, además, establecer la censura previa para los Dircom.
Y si el asunto es tan grave, ¿por qué no se ha armado un escándalo? Pues con la transposición de la Directiva sobre Abuso de Mercado no se ha armado un escándalo mayúsculo porque se trata de una de esas normas-amenazante que no suelen aplicarse. Están ahí para acongojar al sujeto agente. En otra palabras, el día en que el señor Conthe encause sí, empleo este término judicial interesadamente- a un periodista por haber alterado una cotización, pueden pasar dos cosas: que el periodista pertenezca a un importante grupo editorial, en cuyo caso temblará el misterio, o que se trate de un medio independiente, que hoy en día es tanto como decir un medio diminuto, en cuyo caso puede que nadie diga nada y el oligopolio guarde silencio. Si yo fuera Conthe, el maestro censor, aplicaría la segunda vía, conocida como método Gadaffi. Como se sabe, cuando el dictador libio nacionalizó todas las petroleras occidentales que operaban en el país, comenzó por las más pequeñas. Las grandes acabaron cayendo mediante pactos, según el castizo adagio español: cuando las barbas de tu vecino veas pelar
Entendámonos Con esa modestia que le caracteriza, el señor Conthe afirma que lo único que se pretende es evitar que periodistas aviesos ahora DIRCOM aviesos- se excedan en sus afirmaciones. Para ello, nada mejor que el régimen de censura previa y la renuncia a la exclusiva por parte del periodista.
En su día, y durante un seminario organizado por la asociación de la Prensa de Madrid contra la Directiva de Abuso de Mercado, el presidente de la Asociación de DIRCOM, Borja Puig de la Bellacasa, aseguró que las exclusivas siempre eran información interesada. ¿Y qué? Un periodista no debe preguntarse a quién beneficia su información, lo único que debe preguntarse son dos cosas: ¿Es verdad? ¿Es de interés público o corresponde al ámbito privado? Noticias es algo que alguien, en algún sitio, quiere que no se publique. Siempre benefician a uno y perjudican a otro, pero eso no es problema del periodista.
Asistimos a un recorte de la libertad de expresión. Por vía periodística o por vía empresarial, de primer orden, en nombre del dios-mercado y de algunos listos, por ejemplo el señor Conthe, que desean aumentar su poder a costa de recortar libertades ajenas: alguien debería levantar la voz para impedir el atropello. Ahora, no cuando esté consumado.
Eulogio López