Sr. Director:
Ante la denuncia de un padre, por la presencia de una cruz en una escuela pública, un juez ha dictado sentencia.
La sentencia obliga a la retirada de la cruz en cuestión. La polémica y el debate están servidos.
Todos sabemos de la existencia en las aulas de elementos que dificultan e interfieren muy negativamente en el aprendizaje de los alumnos, mucho más que una cruz, y nadie osa ni apartarlos ni retirarlos. Esta cruz la soportan principalmente los alumnos responsables y el maestro. En estos casos no aparece Cirineo alguno que elimine, o al menos alivie, el peso de este suplicio.
Más allá del ámbito escolar esta sentencia podría acarrear consecuencias imprevisibles, pues allí donde exista una cruz habrá quien, por convencimiento o por afán de notoriedad, apele a la Justicia para efectuar su retirada.
No creo que nadie se atreva a eliminar cruces de carreteras, calles y caminos; pero ¿lo intentarán con los bellísimos cruceros?
Habrá quienes quieran borrar la cruz de los nombres de ciudades, como por ejemplo: Santa Cruz de Tenerife. Otros pretenderán eliminar tanto la cruz como el nombre del Día de la Cruz, tan celebrado en muchas ciudades y pueblos de España, quedando como las Fiestas del día D.
¿Se cambiará el signo de la suma? ¿Habrá que retirar todos los tornillos que lucen una cruz en su cabecera? ¿Qué nuevo símbolo lucirán: farmacias, hospitales y señales de tráfico que anuncian centros sanitarios? ¿Cómo será la nueva bandera de Asturias? ¿Se conseguirá convencer a la Cruz Roja para que cambien su logotipo? ¿Qué medidas se podrán adoptar para que Suiza, un país tan tradicional e independiente, modifique su bandera?
Por último desde estas líneas recordar y reconocer mi admiración y respeto por el Sr. Belloch, alcalde de Zaragoza, por su valiente decisión ante una situación similar.
Manuel Villena Lázaro
manolovillena@hotmail.com