La ciudad australiana se convierte en la capital de un mundo ansioso de esperanza Los medios de comunicación occidentales intentan censurar a la Iglesia y denigrar a Benedicto XVI. La TV gubernamental española marca la pauta, buscando basura en Sidney. El viernes se celebró el Viacrucis más multitudinario de la historia y el sábado el Papa dirigió la adoración al Santísimo.   Aunque los españoles, salvo aquéllos que conecten con Popular TV, no puedan enterarse, el estilo tranquilo del papa Benedicto XVI está arrasando Sidney, donde se reúnen miles de personas en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Los medios de comunicación se han empeñado en censurar al Papa y en manipular la JMJ. Si hiciéramos caso de la TV gubernamental de Rodríguez Zapatero, el Papa se ha encontrado, no con centenares de miles de jóvenes alegres y pacíficos, pendientes de su palabra y replanteándose su vida, sino con un rosario de conflictos, que van desde los curas pedófilos a la homofobia, mientras la representación escénica de la Pasión del Señor se mostraba con imágenes no glosadas y apariencia de espectáculo sadomasoquista.

La enviada de RTVE a Sidney ha realizado un ejercicio que pasará a la historia del periodismo como el mayor ejercicio de manipulación de la historia reciente, que apenas podía ocultar el odio del Zapatismo y sus periodistas de cámara a Cristo y a los cristianos.

Mientras tanto, Benedicto XVI revolucionaba el mundo desde Australia, al pedirles a los jóvenes justo lo que necesita un planeta que se define por la palabra ?desesperanza?. Les dijo que le dieran un sentido a la vida, eso es, aplicó la logoterapia de Víctor Frankl. De esta forma, cubría el vacío de toda una generación que no ha sabido enseñar a sus hijos la pedagógica tautología de que la vida no tiene valor si no se le busca un sentido. Tras el diagnóstico, ofrecía la vieja receta, nunca superada. El sentido de esa vida es el amor, la entrega a los demás, y todo amor procede de Cristo. A lo largo de su pontificado, el gran intelectual ha hablado más de amor que de ninguna otra cosa. En Sidney, convertida en capital mundial de la esperanza, Benedicto XVI volvió a recordar que el relativismo, base filosófica de la incultura progre sólo conduce a la tristeza y al desamor.

Los discursos de Su Santidad podrían resumirse en ese Dios es amor, tantas veces repetido y tan pocas veces comprendido, y que constituye el título y la idea motriz de su primera y más famosa encíclica. Ese es el mensaje que cala en los jóvenes, una vez descubren lo que hay detrás de esa palabra: amor, que da sentido a la existencia del hombre.

El viernes fue día para el mayor viacrucis de la historia, realizado por todo Sidney y seguido por medio millón de jóvenes.

El sábado, el Papa dirigido su mirada al Santísimo y s postró ante Cristo sacramentado para adorarle. Ciertamente, la teología y la filosofía cristianas no pueden entenderse sin el milagro de la eucaristía. De rodillas ante el Santísimo, Benedicto XVI lideró la adoración.

Todo lo anterior fue resumido de esta guisa en el telediario de la II edición de RTVE, en la noche del sábado: ?El jefe de la Iglesia Católica pide perdón por los curas pedófilos y dice sentirse profundamente avergonzado?. El resto, no existe.

Es la sociedad mediática en la que vivimos, con medios políticamente subvencionados que se dedican a buscar basura y a despreciar cuanto ignoran.