El domingo tendría que ser en una sociedad moderna algo más que un tiempo libre. El tiempo libre requiere un centro, el encuentro con quien es su origen y su fin. El cardenal Faulhaber exigió al régimen nazi que diera al alma su domingo y al domingo su alma.

El arzobispo de Munich luchó activamente contra la doctrina nazi y es el autor material de la encíclica de Pío XI contra el nacionalsocialismo en 1937.

También está ese inolvidable ejemplo de los mártires de Túnez que en 304 dieron su vida por negarse a renunciar a la festividad del domingo, porque "sin domingo, no podemos vivir".

Estoy seguro que muchos que se declaran agnósticos o indiferentes ante el hecho religioso compartirán este razonamiento sobre lo que significa el domingo. Incluso puede que estén de acuerdo los partidos o sindicatos que no quieren que los negocios estén abiertos durante los domingos y fiestas.

Hay que recuperar el sentido del domingo, que es la fiesta semanal para dar gracias a Dios por la creación y la fiesta para gozar de ella. Y más con la realidad actual que atraviesa la Unión Europea, en los que en la mayoría de sus países vive una considerable población inmigrante de fe católica.

Clemente Ferrer Roselló

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