Este 1º de mayo nos han sorprendido los Sindicatos con su pancarta "Trabajo, dignidad, derechos".
Es chocante que estos señores, después de 7 años mudos, hablen de dignidad. Ellos, privilegiados herederos del nacionalsindicalismo. ¡Claro que hay que reclamar esas cosas!
"El hierro que yace ocioso, consumido por la herrumbre, se torna blando e inútil; pero si se lo emplea en el trabajo, es mucho más útil y hermoso y apenas si le va en zaga a la misma plata, y para decirlo en una palabra, todo ser se corrompe por la ociosidad y se mejora por la actividad que le es propia".
Sí, hay que exigir trabajo y, porque la dignidad de la persona así lo requiere, ha de ser un trabajo digno, entendiendo como tal que quien lo ejecuta sepa que está haciendo algo
útil para la sociedad.
Hay trabajos forzados en los que el penado, pala en ristre hace -o hacía- grandes hoyos para, a continuación, volverlos a rellenar. La certeza de la inutilidad de su trabajo es un
castigo mucho mayor que el esfuerzo físico que supone.
Trabajos inútiles, aunque pagados, entiéndase los llamados "enchufismos", producen en los "enchufados" una paulatina degradación en su propia estimación, tanto más si se sienten "justificados", y de esos tenemos en España muchos casos, como un alto porcentaje de políticos "de carrera", un excesivo número de funcionarios de todas las administraciones, y todos los sindicalistas "de profesión" que se nutren de nuestros bolsillos.
Amparo Tos Boix