Divertir instruyendo : éste es nuestro lema. Por esta razón, les voy a contar una interesante historia que refleja a las mil maravillas cómo están las cosas en el Euskadi, en esta era del proceso de paz.
Resulta que por Internet está corriendo un montaje interesante, que se refiere a mayo de 2005, pero que es de rabiosa actualidad dado el rumbo que han tomado los acontecimientos. No olvidemos que la pasada semana el juez Grande Marlaska, convencido de las bondades de la paz y el talante, dejó libe al ex etarra, y actual portavoz de etarras, Arnaldo Otegi, líder de la cosa abertzale vasca. Pero antes, en mayo de 2005, le envió a prisión y le exigió una fianza de 400.000 euros.
Ni que decir tiene, que el señor Otegi consiguió el dinero como habría conseguido 10 veces más. Y ahí es donde surge el grupo Mondragón, la cooperativa. Casualmente, la Caja Laboral Popular (CLP), integrada en Mondragón, concedió un aval por la mitad de ese dinero. El grupo Mondragón, formado, principalmente, por las grandes superficies Eroski, el fabricante de electrodomésticos Fagor y la CLP.
Como el niño es el padre del hombre y desde que comencé en este oficio me enseñaron aquello de contrastar la información, me fui a las fuentes. Es decir, llamé a don Jesús Ginto, portavoz (dígase DIRCOM, se lo ruego), de Mondragón, quien ya de entrada mostró su cansancio al tener que dirigirle la palabra a un medio informativo llamado Hispanidad. Lo que exige la democracia.
En efecto, don J. Ginto reconoció que la CLP había otorgado ese aval que libró de la trena a Otegi, pero sólo tras darme una lección de ética periodística hablamos con una autoridad mundial en la materia- y tras recordarme, de forma bastante grosera e insultante, con la humildad propia de un portavoz, que me podía haber ocurrido a mí lo mismo y que la familia de Otegi, no la mía, se lo aseguro, había refrendado el aval con algunas propiedades. O sea, una operación que el propio J. Ginto calificó como normal. Supongo que el tocayo del portavoz, Jesús Catania, presidente de Mondragón, considerará la operación, no sólo normal, sino incluso muy deseable.
No le pregunté si el tal aval había resultado fallido dejémoslo en sospecha personal- por dos razones: para aquel entonces ya había hablado con J. Ginto durante cinco minutos, por lo que mi dosis de mortificación diaria había sido cubierta con creces, y porque me conozco la respuesta: No podemos proporcionar esa información porque se trata de la relación con un cliente y entra dentro del secreto bancario.
Sin embargo, hubiera resultado una pregunta de lo más pertinente. Hablemos claro : los inspectores del Banco de España están hasta el gorro de ver cómo determinados créditos de la Caja Laboral Popular, es decir, del Grupo Mondragón, a determinadas entidades de nombre euskaldún, acaban en mora y, finalmente, son decretados fallidos. Cuando preguntan por tal deficiente gestión, se les dice que fue un mal crédito, y que se han revisado los sistemas de concesión, o que a esa entidad no se le volverá a conceder préstamo alguno. No es necesario, porque todo el mundo sabe que el entramado económico etarra no se compone de unas pocas sociedades sino de un conglomerado inacabable de empresas. Cuando una ya está quemada, es otra la que solicita una línea de crédito.
No olviden que cuando un banco quiere hacer un regalo no otorga una subvención, sino un crédito. Casualmente, qué pena, se crédito resulta impagado. El Banco de España, lo único que puede decir es que se provisione en tiempo y forma, acción que la entidad ejecuta con escrupulosa obediencia. En el caso de la Laboral Popular, nadie debería extrañarse, cuando lo cierto es que algunos de sus trabajadores han sido detenidos como colaboradores de la banda terrorista ETA.
Pero J. Ginto no debería enfadarse, dado que la situación de Mondragón en el mundillo euskaldún resulta, cuando menos, curiosa. Es como lo que ocurría durante los años setenta y ochenta con el Banco Bilbao y el Vizcaya. Mientras el Vizcaya sufría un centenar de atentados contra sus sucursales, al Bilbao ni le tocaban. A lo mejor, sólo a lo mejor, esto tenía algo que ver con el impuesto revolucionario. Es sabido que los mafiosos cuidan con escrúpulo a los que pagan.
Pues ya ven, a pesar de ser la principal empresa del País Vasco, las firmas de Mondragón nunca sufrieron ataques de ETA (ellos siempre hablan de quemas de contenedores y otros ataques, que más que atentados son tropiezos). Por contra, El Corte Inglés, por hablar de un competidor de Eroski, era víctima de atentados salvajes entre los que destaca el del Hipercor de Barcelona. Pero sin duda se trata de una mera coincidencia. No puedo creer que un grupo con portavoces que dan lecciones de ética profesional, se dedique a financiar terroristas. Eso nunca. Sólo digo que los etarras deben de haber encontrado en Mondragón un algo que les agrada, por lo que no les hacen víctimas de sus canalladas.
Pero hay algo más. Si Mondragón se dedicara, como tantos otros, a no meterse en líos, podría dejarse pasar. No es una postura muy valiente pero tampoco resulta inadmisible. El miedo es humano. Ahora bien, lo que ya resulta más intragable es que encima reaccione con agresividad frente a terceros por el sólo hecho de contrastar una información. Eso es un reflejo evidente del Síndrome de Estocolmo que asola el País Vasco, bien visible en esa actitud: no me enfrento a los etarras, sino a los enemigos de los etarras. El que me tiene secuestrado es bueno, pero mi libertador es un miserable, porque me pone en peligro, dado que si ataca a mi secuestrador éste podría enfadarse y ejecutarme. ¿El Síndrome de Estocolmo reinante en el País Vasco es cobardía? Por supuesto que sí, pero disfrazado de teoría psicológica. Pero no se engañen, se trata de un Síndrome de Estocolmo alla arrabiata, con muy mala leche. Y hasta que los vacos no superen esa cobardía del Síndrome de Estocolmo, del volverse contra las víctimas e inclinarse ante el etarra, no habrá proceso de paz capaz de lograr una paz real.
Así que, el montaje que circula por Internet, aunque errado en la definición del caso un aval no es un crédito- tiene razón en lo sustancial. Consumo inteligente: cada cual es libre de comprar donde quiera: yo, desde luego, no lo haré en Eroski.
Eulogio López