Los testimonios de quienes se han sometido a un aborto voluntario afirman que, lejos de ser un derecho, es la puerta de entrada a un infierno psicológico de angustia, depresión e ideas suicidas. Es el inicio de una vida bajo el síndrome post aborto.

"Me refugié en el alcohol porque en mi cabeza no paraba de decirme: he matado a mi hijo, lo he matado". "Esa misma noche lloraba de arrepentimiento y tristeza. ¿Por qué nadie me dijo lo que me pasaría después?". "Horrible, horrible, horrible". Este es el adjetivo más pro­nunciado por mujeres que se han sometido a un aborto provocado.

Sus testimonios evidencian no sólo que el síndrome post aborto existe, sino que el sufrimiento que pro­voca en la mujer es mucho mayor del que podría haberles supuesto seguir adelante con el embarazo.

La segunda víctima es la madre que se ve obligada a acabar con la vida de su hijo. Es fácil encontrar desgarradores testimonios de quienes darían todo por poder volver atrás y escapar de aquella clínica que les iba a 'solucionar un problema' y se convirtió en el principio de un infierno.

"Es horrible todo lo que te pasa. Empecé a maltratar a mi otro hijo, yo misma me hacía daño, me daba asco. Voy a la iglesia, le enciendo velas, rezo y cuando cumple un año mi hijo, le encargo una misa".           

Es mejor tener al hijo y, después, darlo en adopción antes que pasar por la experiencia del aborto, que es lo peor. "En la sala donde yo es­tuve había chicas a las que se les había aplicado anes­tesia general y, cuando despertaban, esta­ban como locas: llorando, se agarraban la tripa... horrible". Estaban todas las adolescentes llorando, porque les dolía el alma, sabiendo lo que habían hecho. Habían asesinado a su propio hijo.

"Yo no quería abortar pero tenía una hipoteca de 1.400 euros y en el trabajo no me renovaron el contrato. Me fui a casa de­sesperada; busqué en Internet y encontré a Red Madre, solicité ayuda y vinieron a mi casa. Me dijeron que no abortara, que ellas me iban a apoyar para que pudiera salir adelante.

"Tenía pocos recursos económicos, antecedentes psiquiátricos de depresiones e intentos de suicidio y mucha soledad. Ahora proclama que se debe abolir la ley del aborto": "Es horrible. No saben lo que las mujeres llegamos a sufrir. Eso sólo lo sabe una madre. Están destro­zando la vida de muchas mujeres. En vez de quitarme un problema, me he echa­do otro más grande sobre la espalda".

Clemente Ferrer
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