Como no vivimos en la era de las conspiración sino en la de los consensos (muchísimo peor que aquélla, no se vayan a creer) resulta que la manipulación periodística ya no es intencionada sino consensuada.
Ejemplo: Egipto y Siria son las dos trágicas guerras del verano. Pues bien, agarro La Vanguardia (edición del 22 de agosto), que durante años mantuvo la mejor sección de Internacional de la prensa española, probablemente la más ecuánime y documentada, y me encuentro con el siguiente titular sobre la desastrosa matanza química de Siria. Titular de portada: "Masacre química. 1.300 civiles mueren en la periferia de Damasco con un ataque con productos tóxicos". El subtítulo apunta con bala: "La oposición acusa a El Asad de la matanza en plena inspección de la ONU".
Es decir, La Vanguardia da por bueno que ha sido el régimen quien ha empleado armas químicas. Sigue el consenso creado por Occidente, en especial por Barack Obama, para quien Asad es el malo y la oposición, controlada por el fanatismo islámico de la Yihad, son las víctimas. Al parecer no han aprendido del ocaso libio, yemení, tunecino y Egipto. Occidente debería preguntarse por qué los cristianos sirios apoyaban al dictador Asad y no a los muy democráticos rebeldes.
Pero en la propia información -en el interior, lo que pocos leen- la propia Vanguardia asegura que la ONU, nada sospechosa de pro-cristiana, sino todo lo contrario, piensa que el régimen de Damasco no ha sido el autor de la barbarie. La propia comisión investigadora de la ONU, en palabras de Carla del Ponte, aseguraba que "había fuertes y concretas sospechas" del uso de gases químicos por parte de los rebeldes, a quienes apoya Occidente.
Pero el consenso impone que Asad es el malo y los rebeldes sirios son los buenos. Occidente sufre, en verdad, el síndrome de Estocolmo respecto a los rebeldes, que son los que quieren destruir a Occidente, no el régimen sirio, que ha mantenido la libertad religiosa de cristianos y musulmanes.
En Egipto también se impone el consenso. A pesar de que los cristianos egipcios -tanto coptos monofisitas como coptos católicos- afirman una y otra vez que apoyan al golpe militar y que son los Hermanos Musulmanes los que pretendían acabar con la libertad religiosa en Egipto. Lean esto.
Es igual, los medios occidentales siguen los dictados de los líderes occidentales, dirigidos por Barack Obama. Es decir, de la progresía anticristiana. Enfrente de los líderes occidentales, presuntamente cristianos, se alza la voz del Papa Francisco, que no apoya a ningún bando, ni en Siria ni en Egipto, sino a quienes pretenden la paz mediante un diálogo entre las partes. Desde luego, no los islámicos.
Eulogio López
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