Sin espíritu de desagravio no hay vida sobrenatural, es decir, no hay vida cristiana.
Pero es que, además, este tímido ayuno hace realidad que sólo cuando el estómago duerme el corazón despierta. El ayuno fortalece el ánimo, cosa que nos hace bastante falta porque somos una sociedad de blanditos. Vamos, que constituye una de las aventuras que nos quedan.
Eulogio López
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