Todo el negocio radiofónico se basa en el Estudio General de Medios. ¿Es fiable el EGM? No, pero es el único. Todo el negocio publicitario, así como el prestigio de las cadenas de emisoras, penden del dichoso EGM. Nadie se lo cree, pero como no hay otro…

En prensa, qué cosas, no hay uno, sino dos informes de audiencia: el precitado EGM y la Oficina para la Justificación de la Difusión (OJD). Qué cosas, ya nadie se fía del EGM y sí de la OJD… sin exagerar.

Ocurre justo al revés a lo que sucede, en materia de empleo, con el paro registrado y la EPA. La EPA es una encuesta, el registrado un recuento, pero la gente se fía más de la encuesta porque nadie utiliza el Servicio Nacional de Empleo para encontrar un trabajo, dado que no encuentra ninguno, sino para cobrar el subsidio.

Pues bien, la gente se fía más de un control de las partes de distribución de las editoras de prensa que de los que la gente dice que lee. En cualquier caso, ¿OJD y EGM-prensa son sistemas de medición mejorables? Por supuesto que sí. Si no lo hacen, es porque la inversión resultaría muy costosa y ellos prefieren forrarse con el dinero que cobran a los inspeccionados. Pero en radio no existe esa posibilidad.

Y luego está la televisión, el mayor negocio de todos. Monopolio en la medición de audiencias, como en radio, y mucho más tiránico: las audiencias de la tele las mide la empresa Kantar Media (antigua SOFRES), quien defiende que con cuatro mil y pocos aparatos colocados en otros tantos hogares puede decir cuántos españoles ven cada programa, cada minuto. ¿Los medios que pagan a SOFRES confían en SOFRES? Por supuesto que no. Pero no hay otro.

En el caso de SOFRES, además, se dan otros pormenores, porque los anunciantes no pagan según tarifa sino según espectadores.

Pero hay más. SOFRES es propiedad del mayor consorcio de centrales de medios y agencias de publicidad del mundo, la WPP, del insigne Sir Martin Sorrell, un tipo realmente peligroso, pieza clave del Nuevo Orden Mundial (NOM), ante el que tiemblan los directivos de multinacionales que se han negado a darle su cuenta publicitaria. Su lista de contactos es interminable y el directivo amenazado sospecha que cada uno de esos contactos puede representar un peligro para su posición. Al final, ceden como corderitos, ante una de las cabezas visibles del Club Bildelberg. El mismo selecto colectivo, de dimensión variable. A sus reuniones anuales se pelean por ir todos los españoles horteras.

En España, Sorrell pisa fuerte. Su hombre de confianza en nuestro país es Miguel Barroso, esposo de la ministra de Defensa al que jurídicamente nada le une a Mediapro-La Sexta, es decir, esa televisión hija del poder político y fundada para loar al Gobierno y promocionar a Zapatero (ahora se está quedando sin nadie que promocionar). No necesito explicarles lo importante que es llevarse bien con SOFRES si quieres triunfar en la televisión en España.

Miguel Ángel Fontán y Alberto de Pablo son los máximos responsables de SOFRES en España, personajes muy conscientes del poder monopolístico que tienen en sus manos. Pero aún hay algo peor: una de las claves del NOM es la globalización acelerada. En román paladino, apoyar al grande y hundir al pequeño. Es la tendencia lógica en el Nuevo Orden: un mundo plural es ingobernable, un mundo monopolístico exhibe en exceso su tendencia totalitaria; lo mejor es el oligopolio: bipartidismo político, dos grandes bancos, tres a lo sumo, que se repartan el mercado financiero, dos grandes televisiones, Tele 5 y A-3 TV, más la pública, para despistar y, naturalmente, el canal privado del Gobierno Zapatero: Mediapro-La Sexta. A los nuevos comensales hay que matarlos de pequeños, que luego crecen y se hacen más resistentes. En público y en privado, de palabra y por escrito, SOFRES reconoce que el sistema que la propia WPP utiliza a través de sus agencias publicitarias y centrales de medios para repartir la tarta publicitaria "no tiene la suficiente solidez" pero acto seguido añade que "las grandes" están muy cómodas con este sistema y que no merece la pena hacer nada por mejorarlo.

Y no se trata de manipular los aparatitos. Con las mediciones electrónicas -lo mismo ocurre en Internet-, el exceso de información, sin necesidad de manipulación alguna, conduce a la oscuridad. Y lo que importa es la presentación de los resultados y la ocultación de los fallos del propio método de cómputo y del propio método estadístico. Un margen de maniobra muy peligroso en manos de SOFRES, dueño y señor del sector. En plata, SOFRES, sin que nadie pueda achacarles nada ante un tribunal, beneficia a las grandes cadenas -en España Tele 5 y A-3 TV- en perjuicio de las pequeñas.

Además, ¿qué pinta WPP-SOFRES intermediando en publicidad -insisto, es la mayor central publicitaria del mundo- y decidiendo quién debe recibir más anuncios? No deberían ser actividades incompatibles. 

Se necesitan más institutos de medición de audiencias y un poquito más de ecuanimidad… y de vergüenza torera.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com