El mago de la ortodoxia se alinea con quienes defienden un Estado central anoréxico. Los Presupuestos Generales del Estado para el 2008 incrementan las transferencias de fondos a las CCAA. Solbes justifica este incremento en la Constitución. Los PGE otorgan un colchón de inversiones a Cataluña y Andalucía Solbes ha tirado la toalla frente a su jefe. A la pregunta sobre su futuro responde con un lacónico "ya veremos". Y no sólo eso, sino que se abaja a la arena política para hacer frente a quien le critica de derrochador, electoralista y de vaciar la despensa. No soporta la crítica y responde con dureza.

Pero lo más llamativo es que Solbes se haya alineado con quienes defienden un estado anoréxico. Y eso a pesar de que el hoy gobernador, antes secretario de estado de Hacienda, Miguel Ángel Fernández Ordoñez, alertaba un día sí y otro también que España era el Estado central más delgado de los países occidentales. Una advertencia que también comparten las centrales sindicales que lamentan la pérdida de instrumentos de cohesión social; y los empresarios que echan de menos mecanismos para garantizar la unidad de mercado. ¿No le parece que teniendo en cuenta estas advertencias no resulta razonable incrementar las transferencias de fondos a las CCAA adelgazando hasta la anorexia al Estado central?, le pregunta Hispanidad.

Solbes responde despectivamente: "Si a usted no le gusta a Constitución siempre puede decirlo; pero en todo caso, veo muy difícil cambiarlo". O dicho de otra manera, Solbes justifica el desguace del Estado en el estado autonómico. Y no es real. El estado de las autonomías permite el mantenimiento de un Estado fuerte. O lo permitiría si no fuera porque el Gobierno de la nación está literalmente secuestrado por los nacionalistas que otorgan gobernabilidad.

Y así es como los PGE contemplan este año por vez primera un colchón de inversiones para Cataluña "y algo similar" para Andalucía. Es decir, además de las inversiones de proyectos concretos, las cuentas contemplan también una partida cuyos proyectos se irán determinando a lo largo del ejercicio, explica el secretario de Estado de Hacienda Carlos Ocaña. ¿Será extensible esta modalidad al resto de las CCAA?, preguntamos. Ocaña responde que lo único que hacen es cumplir con los estatutos. O sea, que no.

Lo que sí será extrapolable a otras CCAA es el acuerdo alcanzado con Cataluña de que si la ejecución finalmente es inferior a la media nacional -de la nación española se entiende- debería de aplicarse el diferencial para el ejercicio siguiente.

Por lo demás, mucho debate en torno a la territorialización de las inversiones. Tanto Solbes como Ocaña se la cogen con papel de fumar advirtiendo que los beneficiarios no son sólo los residentes, que tienen un contenido vertebrador y que hay que observarlo con una perspectiva temporal más amplia del año. Afirman que las inversiones se realizan con criterios de "rentablidad social" y que no hay agravios ni "sesgos partidarios". Y como ejemplo: Valencia es la Comunidad en la que más crece la inversión, por encima del 25%. También hay importantes inversiones en Castilla la Mancha, Madrid, Castilla y León y Cataluña. Por cierto, si Valencia es la que más crece, ¿no es verdad lo que dice Castells de que las inversiones en Cataluña crecerán un 34%?, le preguntan. Vaya faena. Solbes explica que el 34% de Castells se basa en el cálculo sobre inversiones en infraestructuras de Fomento y medioambiente, mientras que el actual cálculo, tras una reunión bilateral, incluye Agricultura, Industria y Tecnología. "Existe un nuevo perímetro de cálculo. ¿Ha quedado solucionado el sudoku, vicepresidente? "Éste sí; el año que viene, ya veremos", responde.

¿Puede usted leer de viva voz las inversiones destinadas a Aragón?, le pregunta una periodista aragonesa que necesitaba el corte de Solbes para meterlo en sus informativos. Don Pedro se niega. "Siempre es más cómodo que lo leamos nosotros, pero pueden tener ustedes toda esa información". Se niega al juego del "Viva Cartagena". Y hace bien. Sólo que en realidad sus presupuestos no son sino ese juego enmascarado de Constitución.