En entrevista con la revista Capital, el vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, aboga por un contrato prácticamente único, que conllevaría una indemnización por despido progresiva, según veteranía. A más años, menos indemnización en términos relativos.
Sorprenden estas declaraciones justo cuando los sindicatos y el propio Ministerio de Trabajo, que lidera Jesús Caldera, mantienen un apoyo sin fisuras a las posturas sindicales, que no admiten abaratamiento del despido de ningún tipo.
Es más, está claro que el asesor presidencial, Miguel Sebatián, y el vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes enfrentados por otras muchas razones- defienden unas posturas que nada tienen que ver con la del titular de Trabajo, Caldera y con las de su secretario de Empleo, Valeriano Gómez, un hombre que obedece, antes que a nadie, al secretario general de UGT, Cándido Méndez. Y ese enfrentamiento en el seno del Gobierno mantiene colapsado el pacto social.
Pacto que, después de todo, debería estar meridianamente claro : reducir la contratación temporal (¿por qué no un solo contrato, siempre indefinido, como propone Solbes en Capital?) y a cambio reducir el coste del despido. Y también: mejorar los salarios más débiles (a eso se niega Solbes, mientras Caldera lo apoya) a cambio de reducir las cuotas sociales.
En este último punto, los empresarios afirman que el fondo de reserva ya está dotado, y que el superávit de cotizaciones debe ir (a medias) a mejorar las prestaciones y a reducir las cuotas. A fin de cuentas, la reducción de cuotas que pretenden en Trabajo supone 400 millones de euros respecto a un superávit de 3.000 millones.
Ahora bien, si los impuestos que gravan el trabajo son tan altos es porque la Seguridad Social se ha convertido en el dinero que cubre el déficit del Estado, algo que, en principio, parece un poco absurdo.