La huelga del 29-S fue un fiel reflejo de lo que piensan los españoles sobre los sindicatos. No hay nada más que ver cuál fue el hecho más sonado: los actos vandálicos de Barcelona en los que con la excusa de la huelga un grupo de okupas destrozó el centro de la ciudad.
Los españoles no confían en los sindicatos o al menos no les ven sentido. La percepción que se tiene de ellos es de un grupo de personas que aprovechan para vivir de subvenciones pero que se han acomodado y no defienden a los trabajadores.
Ante esta perspectiva no sorprende que en caso de conflicto laboral los trabajadores recurran a otras opciones para tratar de solucionar sus problemas: abogados, el INEM o la propia empresa son preferidos a los sindicatos. Quienes menos acuden a los sindicatos son los jóvenes de entre 18 y 24 años, y los que más son las mujeres de entre 25 y 34 años, residentes en municipios grandes.
Mientras sigan tan politizados como actualmente, no tendrán mucho sentido, y menos si las subvenciones públicas los amodorran. ¿Por qué no cubren sus gastos con cuotas de los afiliados? Seguramente su labor sería mucho más apreciada y no se dejarían llevar por partidismos, sino que de verdad defenderían a los trabajadores.
Juan María Piñero
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