A pesar de los intentos de Pedro J. Ramírez por explicar los relevos de Telefónica en clave de blindaje del presidente, lo cierto es que el nombramiento de Javier Nadal como director general de Relaciones Institucionales de la compañía y máximo responsable de la poderosa Fundación Telefónica se debe a otras cuestiones.

En primer lugar, a que el socialista Javier Nadal es amigo del presidente César Alierta. En segundo lugar, porque había realizado una buena tarea en Telefónica Perú. Y lo más importante, no era un secreto para nadie que el ex secretario de Estado del PP, Fernando Villalonga, y el antiguo hombre de Tabacalera, Fernando Labad, no se entendían. Así que Alierta optó por una salomónica solución: Labad prejubilado y Villalonga de vuelta a la carrera diplomática.