Los periodistas lanzaban sus venablos una y otra vez contra la vicepresidenta primera del Gobierno, Sáenz de Santamaría. Pero la, impasible el ademán -salvo el de sus ojos, que emplea como si fueran manos- no acusaba recibo. No habla de Aznar porque respeta a todo el mundo -incluso a los que aborrece, al parecer- y si el expresidente pide bajar los impuestos doña Soraya, impasible el ademán, responde que ya lo está bajando. Hombre, se diría que no eran a determinadas desgravaciones para emprendedores a lo que se refería Aznar, sino al IRPF, al gran impuesto. Pero es igual.
¿Que Aznar ha fichado por un bufete y otra enemiga de Aznar asegura que deberían quitarle la pensión pública (y no me parece mala idea) Pues la vicepresidenta se envuelve en el disfraz de abogada del Estado y asegura que ella se atiene a la ley de incompatibilidades.
Lo cierto es que Soraya es marianista, no aznarista, y que el expresidente nunca le ha caído bien, al igual que su entorno.
Eulogio López
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