- La subida del tasazo sobre generación del 6% al 7% ha sido ya el punto definitivo de ruptura.
- Y aún podría imponerse otro sobre-canon a la energía nuclear.
- En el sector ya hay quien pide la dimisión de Soria.
- Mientras, el embajador Solomont continúa incordiando.
- Y los analistas norteamericanos ponen a caldo a España por su inseguridad jurídica.
En el sector eléctrico ya hay quien pide la dimisión del ministro de Industria. José Manuel Soria (en la imagen). El cabreo con el tasazo eléctrico y el miedo a reducir las subvenciones a las carísimas energías renovables han propiciado que las eléctricas afronten una carga impositiva mucho mayor y, atención, con serias dudas de que pueda reducirse el déficit de tarifa a cero en 2013, que era el principal objetivo de la norma.
Y en esas llega Garoña. El PP dio la batalla contra el PSOE de Zapatero por mantener abierta la central nuclear burgalesa. Ocurre que la remuneración de la central ha bajado y a Endesa e Iberdrola, propietarias de las mismas, no les salen las cuentas. El tasazo eléctrico resultó definitivo: ni la empresa presidida por Ignacio Sánchez Galán ni la presidida por Borja Prado, estaban por la labor de continuar con Garoña. Y han dejado en ridículo al Gobierno.
De aquí que el cabreo de Soria, un hombre ya castigado porque una reforma energética que no ha hecho él, sino el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro. Pero Soria le ha cogido el gusto e incluso ya tiene en vistas una nueva reforma energética que podría establecer nuevos impuestos: por ejemplo, una sobretasa -es decir, una tasa sobre la tasa- a la energía nuclear… justo cuando ya debería estarse planteando qué hacer con el resto de las centrales nucleares españolas, con una capacidad de generación por unidad que triplica la de Garoña y duplica la prevista para la Garoña remozada. Casi todas ellas vencen en 2021-2022.
Pero el cabreo es mutuo. En la patronal UNESA ya ha habido quien ha propuesto solicitar la dimisión de Soria, aunque ha sido llamado al orden de inmediato.
Y en el entretanto, el embajador de Estados Unidos, Alan Solomont, con esperanzas de repetir una legislatura más en España, continúa incordiando. Solomont representa a los bancos y fondos norteamericanos, financiadores de las renovables y accionistas de las eléctricas e insiste en que España es un país sin seguridad jurídica, con un ministro que cambia cada semana las reglas del juego (insiste en inglés, claro, porque sigue sin hablar español). Al mismo tiempo, los analistas norteamericanos insisten en esa misma idea: España se parece cada vez más a Argentina.
Sí, los problemas se acumulan sobre la mesa de Soria, a punto de promulgar una reforma energética que no es suya y en la que no cree.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com